Alimentación saludable para niños y adolescentes obesos
Muchos atribuyen a que un niño gordito es un niño sano, sin embargo, un niño obeso puede estar seriamente malnutrido. La obesidad en los niños es algo que siempre debe de atenderse, tomando en cuenta que un niño de estas condiciones consume más calorías de las necesarias, por lo que puede alcanzar niveles altos de desnutrición, además de que el grueso tejido adiposo que lo muestra robusto, podría originarle a la larga una serie de enfermedades y problemas de todo tipo.
Este artículo va dirigido a los padres o personas que tienen a su cargo niños o adolescentes con este problema. Es necesario no pasar por alto esta condición que, como ya se dijo, podría ocasionar una serie de deficiencias y problemas en especial cardiacos, colesterol, problemas cutáneos, diabetes, problemas en los huesos y articulaciones, alteraciones del ánimo, cansancio, depresión, nerviosismo, baja autoestima y una larga lista de situaciones de salud delicadas que se pueden evitar si comenzamos por prevenir y educar a los niños y adolescentes en una cultura alimenticia más consciente y saludable.
La obesidad es un problema que aumenta día a día, según la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), hay en la actualidad más de 2,000 millones de niños y adolescentes en el mundo con obesidad, indicando que los niños obesos de 12 años tienen un 75% de probabilidad de ser obesos cuando sean adultos, más los niños más pequeños tiene una probabilidad del 25%, lo que afirma que si la obesidad es tratada a tiempo con la debida atención, este problema realmente podría erradicarse.
Lo principal es que debe de existir, por parte de los adultos, una actitud más consciente hacia determinados patrones de conducta que se han adquirido por equivocadas creencias, debido a la información que en los últimos años nos llega a través de diversos medios externos como la publicidad y la televisión.
Es por eso que es muy importante que los padres, tutores y maestros tomen la consciencia debida y comiencen por inculcar a los niños y adolescentes que no todo lo que se ve y se lee en los diversos medios publicitarios es cierto, y de hablarles, a cada cual al nivel de su edad, de los graves problemas que acarrea una mala alimentación y el exceso en el consumo de azúcar blanca, grasas y comida frita o chatarra. Hay que comenzar a estimularles un sentido del respeto por su cuerpo, lo cual resulta a veces muy difícil cuando quien esta a cargo de los niños o adolescentes no tiene un respeto profundo por su cuerpo, entonces la enseñanza valiosa podría volverse un sermón tedioso, fácil de olvidarse por los niños y adolescentes, porque ciertamente cuesta transmitir una enseñanza de este tipo si quien la expone no tiene realmente un interés auténtico por lo que desea transmitir. Sin embargo, a pesar de que el padre o tutor no sea realmente un experto en salud y nutrición, mucho puede ayudar con su sola intención si realmente tiene interés por transmitir una nueva consciencia alimenticia y siguiendo algunos consejos sencillos que solo requieren un ánimo constante y paciencia para que el joven o el niño poco a poco los vaya haciendo hábitos en su vida.
Sembrando una nueva consciencia
A continuación damos algunos consejos para disminuir, evitar y hasta erradicar la obesidad. No podemos abarcar todo el tema debido a que sería este articulo muy extenso, más damos algunos de los consejos que consideramos más importantes. Es necesario hacer énfasis a los adultos de la importancia que esto tiene a la larga para los adolescentes y niños, formarles en una cultura de hábitos saludables es un regalo de los más valiosos para su bienestar.
Para comenzar hay que evitar, lo más posible que se pueda, el consumo de azúcar blanca y todos aquellos productos que lo contengan. Este es quizá uno de los más hábitos más difíciles de formar, debido a que casi todos los alimentos, en especial los procesados, contienen azúcar, y además de que el paladar está muy mal acostumbrado a consumir las bebidas y alimentos demasiado azucarados. El problema esta en que acostumbramos al niño a tomar refrescos, licuados, bebidas o alimentos demasiado dulces, y cuando es joven esta costumbre puede volverse algo casi imposible de quitar.
Es por eso tan necesario empezar con esta cultura de la infancia, y acostumbrar al niño desde pequeño a darle las cosas con poca azúcar, de hecho si se puede endulzar con miel mucho mejor, y no usar nada de azúcar cuando no sea necesario, es decir, no agregar azúcar a la fruta o al cereal cuando estos ya contienen. Si el niño ya es mayor y está acostumbrado al azúcar, entonces habría que irla reduciendo poco a poco de su dieta. Es decir, si antes se le ponían dos cucharadas de azúcar a su licuado, ahora será una y media, y luego una. Si pide azúcar para el cereal o la fruta, ponerle cada vez menos y probar con miel poco a poco. Si es un joven, se puede ya hablar más abiertamente de las consecuencias tan terribles que el azúcar blanca provoca, entre ellas, el problema de obesidad, de modo que el vaya haciéndose responsable y consciente de lo que está consumiendo.
En el caso de las bebidas, sucede lo mismo. Acostumbrar a los niños a los refrescos o jugos procesados de las tiendas puede ser altamente nocivo a largo plazo. Los refrescos y bebidas muy endulzadas provocan una serie de trastornos realmente nocivos para la salud, entre ellos la obesidad. Siempre es mejor darle al niño agua de frutas con muy poca azúcar o de hecho, darle solo agua natural, que es extraordinaria para que el organismo deseche los tóxicos y limpie de grasa excesiva el organismo. Sin embargo, si el hábito ya esta formado y los niños son consumidores de refrescos, hay que tener más paciencia para irles adecuando a bebidas más sanas, y ofrecerles agua de frutas, jugos naturales o agua pura cuando quieran refrescos. Si insistimos poco a poco y de vez en cuando les hablamos acerca de la importancia de los alimentos, poco a poco los niños harán haciendo consciencia de esto. En los adolescentes, como ya se dijo antes, es cuestión de hablar con ellos, y si aún podemos nosotros manejar la opción de ofrecerles bebidas y alimentos más sanos, hay que hacerlo sin duda.
Hay que evitar comprar dulces y comida chatarra (chucherias) a los niños y darles frutas. Esto es algo que muchas mamás creen alejado de la realidad, creen que no es posible por que a su hijo “le gusta lo chatarra” El punto aquí es que los niños comen chatarra (chucherias) porque es lo que encuentran y lo que les dice la tele y lo que el paladar les pide. Pero habría que decir que muchas veces es el poco tiempo que se tiene, de no decir en algunos casos la flojera que se tiene para dedicar unos minutos a la elaboración de un cocktel como golosina del niño, lo que hace que el niño vaya teniendo al alcance sólo algún producto procesado. Muchas veces para el adulto es más sencillo comprar algo rápido en la tienda, y entonces el niño se va acostumbrando. Sin embargo, se pueden tener a la mano frutas como manzanas, melocotones, bananas, etcétera, para que cuando el niño tenga antojo de algo dulce, pueda recurrir a las frutas. Ciertamente un niño acostumbrado a consumir dulces y frituras muy difícilmente preferirá una fruta, pero se pueden ir haciendo tratos, por ejemplo, decirles que se les comprara algo que elijan en la tienda si antes se comen alguna fruta. Si somos insistentes con esto y aprendemos a negociar amistosamente, poco a poco el niño comenzará a satisfacer su necesidad de azúcar con la fruta, e irá reduciendo el consumo de chatarra y azúcar.
Otro factor que puede ayudar mucho a que los niños disminuyan su obesidad es controlar el dinero que se les da para la escuela. Por lo general, el niño o joven preferirá siempre comprar lo que el paladar le dicte, sea esto sano o no. Sin embargo, si hacemos un lunch más sano y le damos poco dinero (o no le damos) el niño tendrá que ir poco a poco acostumbrándose a comprar menos y a comer lo que se le manda.
Es muy necesario incluir en la dieta de los niños y adolescentes siempre alguna ensalada abundante de verduras frescas y eliminar los productos fritos o con exceso de grasa como los embutidos. Sabemos que a los niños y adolescentes les encantan las pizzas, las hamburguesas, los hotdogs, las pastas y todos esos alimentos muy sabrosos. Pero debemos aprender a administrar lo que consumen y a negociar. Por ejemplo, decirles “esta bien, comeremos pizza, pero primero comerás una ensalada” Este tipo de negociaciones van habituando al niño a comer con más cultura, y pronto su cuerpo comenzará a reflejar el nuevo cambio de dieta.
No hay que olvidar inculcarles tanto a los niños como a los adolescentes el gusto por la actividad física. Este es un buen complemento para que lo que el niño consume pueda distribuirse y asimilarse con el máximo beneficio en el cuerpo. No es necesario las grandes rutinas, caminar, jugar al aire libre, o dar un paseo en lancha son actividades que son de gran beneficio.
Finalmente, aunque es bueno aplicar este tipo de dieta y cultura a todos los niños y adolescentes, es conveniente ajustarla en casos severos de obesidad considerando que cada persona tiene sus propias necesidades calóricas. Si el caso de obesidad es muy severo, siempre es recomendable la asesoría de un médico especialista en dietética y nutrición.