Cómo quitarte hábitos que no te gustan o quieres
Un hábito es una conducta que se repite con frecuencia, es la costumbre que tenemos de hacer, reaccionar, decir o pensar de determinadas formas las cosas. A decir verdad, no es que existan hábitos malos o buenos, en realidad, los hábitos son sólo pequeñas acciones que a la larga crean, causan o transforman las cosas, experiencias y/o realidades. Estas “pequeñas huellitas” que vamos dejando atrás cada vez que repetimos una misma conducta simplemente nos llevan a diferentes destinos, los cuales pueden resultar algo grato, disfrutable y admirable o algo que no nos guste o no sea ni disfrutable ni divertido ni admirable.
La vida está hecha de hábitos y cada persona tiene muchos de ellos, nuestra vida es el resultado de nuestros hábitos, muchos de ellos los realizamos de forma tan mecánica y tan deprisa que pasan exentos de nuestra vida, es decir, no somos conscientes de ellos, no los notamos, o estamos tan acostumbrados a ellos que simplemente los asumimos como parte de nuestra personalidad.
Dentro de la larga lista de hábitos, podemos mencionar muchos que realizamos cotidianamente y que asumimos como parte de nuestro carácter y estilo o personalidad. Algunos de estos hábitos de rutina son:
• Contestar de ciertas formas, comer de determinada manera, hablar con ciertos gestos y tonos de voz, caminar con ciertas posturas, lavarse los dientes de determinadas formas, cepillarse el cabello, untarse la crema, lavarse las manos, lavar los trastes, etc.
Existen otro tipo de hábitos que resaltan más en nuestras vidas y le dan un sazón mayor a nuestra personalidad. Estos hábitos son:
• Los hábitos alimenticios (la dieta que llevamos), la rutina del trabajo que escogemos, la manera de comunicarnos con otro ser humano, lo que hacemos con el tiempo libre, cómo usamos nuestro cuerpo, etc.
Dentro de este mundo enorme de hábitos y manías, también existen aquellos que se consideran inapropiados o poco gustosos, estos hábitos por lo general tienden a ser rechazados o no admitidos socialmente, por lo que algunos de ellos se suelen (o se intentan) esconder, o no se muestran tan fácilmente. Algunos de ellos, aunque no son tan bien vistos, son inevitables, se han arraigado en la personalidad y se muestran tal cual, lo que provoca, en muchas ocasiones, que las personas no se sientan muy cómodas consigo mismas, les crea inseguridad o se sienten avergonzadas cuando alguien les hace evidente o se burla del hábito que no se considera aceptado o apropiado. Este tipo de hábitos son:
• Chuparse el dedo, morderse las uñas, rechinar los dientes, jalarse los labios, fumar, tomar alcohol en exceso, comer determinados alimentos que no se consideran adecuados para la salud, comer en exceso, gritar expresando enojo, pararse con la espalda encorvada, comer haciendo ruido, etc.
Como se ha dicho, no es que un hábito en si este “mal” o “bien”, ni siquiera estos últimos, los cuales simplemente son las formas en que la personalidad se acomoda para resolver o reaccionar ante algo. Un hábito no debe de tratarse de quitar sólo porque se considera “malo”, este es un débil argumento para aquellas personas que desean modificar sus hábitos o aquellas que intentan ayudar a otros a modificar sus hábitos. Decir que “esta mal” no basta. Con este razonamiento lo único que se logra es oposición, rechazo o disgusto por la persona que lo va a intentar, porque un hábito, a final de cuentas, representa algo que para la personalidad si es importante.
Has de saber que es igualmente difícil quitarse un hábito que se considera inapropiado o nocivo, a cambiar de hábitos que no se consideran así (como cepillarse los dientes o lavar los trastes). Si alguien te dice que te quites “ese hábito” tu dile que aprenda a lavarse los dientes como tu le dices. Por lo general, la mente suele adecuarse a realizar ciertas cosas, y cuando la intentas cambiar de “ruta” esta se resiste o no quiere, y busca un montón de justificaciones para seguir realizándolas de la forma que ella cree más práctica y rápida. Por eso es tan importante no perder de vista nuestros hábitos, porque muchos de ellos se vuelve tan mecánicos que el que se lava los dientes de un modo, por ejemplo, seguro y nunca pasa por un lugar en especial, lugar donde a futuro podría tener caries.
El poder de la auto observación
Si deseas quitarte un hábito que no te gusta o consideras que no te llevara a algún lado donde te sientas admirado y satisfecho de ti mismo, entonces lo primero que tienes que hacer es observarte más despacio y con mucha curiosidad cuando realices ese hábito. Por ejemplo, si sueles morderte las uñas o prender un cigarrillo frecuentemente, entonces lo primero es que no rechaces la acción y, en cambio, la observes. Tienes que tomarte un momento y tratar de realizarla despacio, muy despacio: saborear tu hábito. Entonces, ve que es lo que sientes cuando realizas esa acción, observa como te ves realizándola, y trata de ver los pensamientos que te cruzan por la mente cada vez que lo haces, ve lo que haces de forma lenta y consciente. Obsérvate despacio, observa que te hace “sentir bien” o “mal” cuando lo haces, etc.
Observar tus hábitos es poderoso, y el primer paso para empezar a disolverlos. Al observarlos, están avanzando en suavizar la necesidad que te tiene atados a ellos. Ahora bien. Si sólo observas los hábitos pero no encuentras algo con que sustituirlos, entonces el trabajo no quedará terminado del todo, porque hay hábitos que requieren un poco más de fuerza que la mera observación, como el hábito de fumar, de comer dulces o beber alcohol, ya que este tipo de hábitos suelen crear fuertes dependencias. Asi pues, es necesario que luego de observarte con lentitud trates de hacer que tu mente “cambie de ruta” con algún otro hábito que sustituya al que intentas dejar, y procurar que esto que eliges sea algo que disfrutes y te guste..
Así pues, el segundo paso para acelerar y transformar un hábito, es encontrar cualquier otra cosa que hacer que tu elijas y disfrutes o te lleve a mejor "destino". En lugar de repetir el hábito, di: cada vez que me observe haciendo esto, voy a escribir algo en una hoja de papel, o voy a tomar medio vaso de agua de frutas, o voy a comprarme un regalo, etc. Luego entonces, detienes el hábito que no quieres y lo sustituyes por otro que tu escojas. Por ejemplo: si sueles rechinar los dientes en determinados momentos, toma un vaso de agua después de que hayas observado el hábito o escribe en una hoja de papel lo que sientes en ese momento. Escribir es una excelente forma de observar lo que sientes.
Esta es una forma maravillosa de aprovechar tus “hábitos” para fortalecer tu mente y empezar a educarla a que se dirija hacia donde tu le dices y no hacia donde ella quiere. Si practicas esto con voluntad, verás que poco a poco te sentirás más seguro, y cada vez necesitarás menos el hábito que tenías, un día simplemente te sorprenderás que ya no lo tendrás, y tu mente se habrá vuelto más ágil y creativa, y podrás utilizarla con mayor eficacia y coluntad.