Corazón: si quieres vivir, estate en paz

Publicado: 11/06/2006 - Actualizado: 17/10/2018

Para vivir, en toda la amplitud de la palabra, es necesario partir de un principio básico de confianza. Sin confianza, hasta las más gratas experiencias que nos regala la vida pueden ser motivo para el miedo, la ansiedad y la desesperación. Generar confianza, eso es lo que hay que construirnos antes que nada en todo nuestro ser, confianza es lo que necesita el corazón para fortalecerse y llenarse de poder y ánimo, a partir de este estado de gozo es fácil poder elegir vivir como queramos, ya sea en fachas o en tacones, en un cuartito o en un palacio, en abundancia o hasta de panzazo, que resulta lo mismo que vivir al día, y no por esto dejar de sentir ánimo y esa fuerza que da la libertad de poder sentirnos creadores de lo que anhelamos. Como sea uno puede vivir mientras no se pierda nunca de vista la intención de utilizar la realidad como un medio para retroalimentarnos y hacer consciencia de nuestras poderosas habilidades y facultades creativas.

El latido del corazón

Es necesario saber que este principio básico de seguridad es emanado al cuerpo desde nosotros hacía el corazón, es decir, el corazón es un gran receptor de nosotros mismos y se mueve a partir de “como le latamos”, de cómo pensamos, sentimos y reaccionamos. Cuando irrigamos confianza a nosotros mismos le bombeamos a este órgano una poderosa sustancia vital que nutre y fortalece no solo todos los demás órganos del cuerpo sino refrescamos nuestras energías emotivas y mentales llenándoles de vida. Somos, digamos, el corazón de nuestro corazón. Somos el espíritu de esa bomba de vida que alimenta cada rincón de nuestro cuerpo, somos quienes creamos vida a nuestra misma vida (o se la restamos o aniquilamos) a partir del como vivimos.

Incertidumbre, ansiedad. Miedo o desconfianza. Aparecen estas emociones a menudo en la vida diaria, por lo general cuando se persigue algo, cuando no se ha podido resolver o conseguir porque el panorama parece contrario y decaído: difícil o imposible. Pero, si nos detenemos un poco y observamos con más detenimiento la situación que nos inquieta nos daremos cuenta que, a decir verdad, no es la situación o el problema lo que realmente nos incomoda, sino que debajo del aparente “problema” existe lo que verdaderamente nos perturba: el no ser lo suficientemente buenos, inteligentes, fuertes, aceptados, hábiles, etc, para poder confrontar, controlar y resolver de la forma más apropiada una determinada situación.

Nosotros podemos sentir muchas cosas y la respuesta que le damos a ese sentir es nuestra actitud. La actitud la tomamos de la conclusión a experiencias previas, y cada vez que respondemos a lo que sentimos la vida nos da una respuesta, nuestro mundo se modifica un poco, y nuestra estructura de razonamiento y respuesta cambia y se adapta según vamos viviendo. Hay veces que nos gusta lo que la vida nos responde, otras no. La auto observación nos va ayudando a ir encontrando soluciones más convenientes. No hay error. Solo hay oportunidad de vivir la vida, de vivirla profundamente y aprovechar todas sus ventajas y oportunidades. El miedo no constructivo, la ansiedad y la desesperación no son buenos aliados para vivir. El miedo, en su aspecto nocivo, corta e impide los procesos naturales, endurece la alegría que fluye espontánea del corazón y entume los motivos más sonrientes de la vida. Vivir con miedo, en constante indecisión y sumisión, causa a la larga depresión, desgano y aniquila el entusiasmo. La desconfianza y todas sus variantes son estados anímicos que pueden llegar a ser maneras constantes de reaccionar hacía determinadas situaciones, son respuestas casi mecánicas debido a experiencias y educación previa, a que no se ha atrevido uno a experimentar formas nuevas y se prefiere envolver las curiosidades del corazón con aquellas ideas que lo detienen o privan, se teme hacer circular ideas nuevas, atreverse a experimentar situaciones diferentes a las habituales, y entonces el corazón un día deja de rociar entusiasmo dentro de nosotros.

Los padecimientos del corazón y la sangre nos hablan de una constante falta de confianza en nosotros mismos y, por lo tanto, se buscan placeres sensoriales y pasajeros para cubrir estas carencias e inseguridades, exprimiendo nuestro gozo y paz interior. Un corazón bloqueado provoca profunda inseguridad y desconfianza. Cuando el corazón se aparta de la vibración de la confianza esta falto de alegría, la sangre circula lento, el cuerpo se pone anémico, desganado, depresivo. Falto de energía y motivación. Se entume y se generan problemas sanguíneos. Los problemas cardiacos son consecuencia de exigirnos un determinado comportamiento porque tememos que si actuamos de otra forma no vamos ser aceptados o amados. Este bloqueo energético se puede extender hasta los ojos u oídos, el miedo a no ver o escuchar lo que se debería de ver y escuchar porque esto implicaría que tendríamos que cambiar, y esto hace sonar una alarma en todo el cuerpo que dice “desaprobación” y, por lo tanto, el individuo tiende a quedarse en situaciones poco constructivas, se vuelve evasivo, “cierra su corazón, sus oídos y sus ojos” y por lo tanto el cuerpo los somatiza en molestias y dolores.

Cómo crear confianza

¿Y como, pues, podemos crearnos confianza en un mundo donde nuestras antenas reciben a cada rato la información contraria? Bueno, la respuesta es muy sencilla: dentro de nosotros todo puede ser resuelto, existe en nuestros genes infinitas capacidades para proveernos, nuestro cuerpo es un laboratorio maravilloso y mágico, capaz de crear condiciones extraordinarias, formulas de salud, riqueza y abundancia, capaz de inventarse ánimos, razones, poder. Capaz de observarse a si mismo y engrandecerse. Lo complicado de este asunto es creérnosla. Creer juega el papel mas importante en el arte de vivir la vida. Creer es confiar. Confiar significa dejar de culparnos, de criticarnos. Confiar es creer. Creer en nosotros mismos. Aceptarnos. Hay que convencernos y afirmarnos a cada momento sin duda que cabalgamos en un cuerpo mágico, abundante en habilidades magníficas, profundamente inteligente, e infinitamente poderoso y creativo. Hay que creernos que somos hábiles para aceptar la vida que se nos propone con la alternativa de que puede ser modificada porque, sobre todo, tenemos influencia poderosa sobre nuestras realidad. Confiar significa saber, ante una determinada situación de indecisión, que “nada se pierde sino la duda”. Y realmente nada se pierde. Confiar significa afirmar a cada momento que “Yo estoy en paz y confío en todas mis habilidades para resolver y crear lo que deseo” Al afirmarnos esto con entera convicción activa nuestras más elevadas capacidades como el pensar y el razonar, de vivir sin sentimiento de equivoco o culpa, confiar es decir con toda integridad “yo puedo vivir lo que quiero simplemente porque siento que es lo que tengo que hacer, porque siento que es verdadero. Porque necesito vivirlo.” Decir esto y comenzar a elaborar lo necesario para llevarlo a cabo hace la chispa de la creación. Entonces, la magia se mueve, la vida apoya y provee, la vida resuelve y da, nos da el espacio y la experiencia con el regalo más sabio que es la consecuencia, efecto que nos alimenta de sabiduría. Pero para comprobar esto, para saber de que tanto somos capaces y hacer consciencia de todo ese poder interno, hay que irnos atreviendo poco a poco a confiar en lo que queremos hacer. Tenemos que ir atreviéndonos a mover hacia lo que más anhelamos, a pesar de que nuestro movimiento pueda resultar incómodo para alguien más, porque aquí hay que activar entonces otro mecanismo de confianza, hay que hacernos conscientes de que al cambiar de acuerdo a lo que honestamente sentimos coloca a los demás en la experiencia adecuada que necesitan para su crecimiento y maduración. Quedarnos donde la vida se siente falsa y aburrida, monótona, estancada y apagada, puede privarnos no solo a nosotros mismos de una experiencia rica en conocimiento, gozo y abundancia, sino que se priva de esto mismo a aquellos que nos rodean con nuestra insistencia en quedarnos. Vivir significa hacer circular un potente convencimiento y confianza hacía lo que queremos. Y entonces la vida y el universo se acomodan para darnos armonía.

Respirar profundamente es un ejercicio fundamental para comenzar a crearnos confianza. Cada mañana y por las noches, o cada vez que sea necesario, cuando estemos apurados, tensos, nerviosos, temerosos, indecisos. Quizás interrumpir nuestra agitada tarea para respirar muy lenta y profundamente, reteniendo el aliento 4 segundos después de haber inhalado en ocho tiempos y dejarnos sin aliento 4 segundos después de haber exhalado en ocho, visualizando que “tengo el tiempo suficiente, el momento es el adecuado, soy capaz de disfrutar lo que estoy haciendo” o . “libero y dejo ir cualquier situación que me detenga a mi mayor bien. Estoy libre de culpa y libero todo aquello que no me deja sentirme pleno. Estoy en paz conmigo mismo y con la vida.” Respirar calmada y profundamente acompañando este ejercicio de una visualización de lo que deseamos, restablece nuestra confianza, se logra una intimidad poderosa con nosotros mismos la cual se distribuye por todo el cuerpo fortaleciendo y oxigenando nuestros órganos vitales y nuestra mente, se expelen las impurezas energéticas que provocan el desamor, la nostalgia, la desconfianza y la depresión y nos ayuda a repartir correctamente y a equilibrar todas nuestras energías. Repetir esto organiza nuestro centro energético del corazón con la capacidad de aceptarnos con nuestros errores, debilidades y aceptar al mundo tal cual es. Al aceptar, estamos aprendiendo a manejarnos, a amarnos. A confiar.

La práctica de Yoga o Tai-chi son disciplinas que además de poner a funcionar a los músculos, nos ayudan a equilibrar los problemas emocionales y el estrés. La naturaleza nos pudo haber dado la vida, más nunca nos mando con razones ni explicaciones a nuestra existencia. No las busquemos ni hagamos un misterio de las razones: esas son nuestras, porque precisamente se nos hizo creadores, inventores de nosotros mismos. Las razones están en nuestros valores, son nuestro querer, aquello que nos da fuerza y animo para vivir, nuestras razones nos llenan de fuerza y crecimiento, nos expanden nuestra luz interior y, por lo tanto, al hacerlo, el universo lo hace.

Así que ya sabes, corazón: si quieres vivir, primero estate en paz.

Bibliografía

El libro curativo del Aura, Walter Lubeck, editorial Uriel Satori

Manual práctico de Reiki, Editorial Yug

Acerca del autor
  • K. Laura Garcés G

    Escritora, terapeuta y conferenciante. Es una amante de la medicina natural y del poder de la mente y las emociones en el cuerpo y la vida.  Además, ha estudiado nutrición y desarrollado dietas apropiadas para apoyar este proceso de curación.Ha escrito más de 1500 artículos en revistas de España y México, ganadora de dos concursos literarios. Linkedin

     

3 Responder a “Corazón: si quieres vivir, estate en paz”
  • clarinda dice:

    Sin duda algo muy cierto, hay que estar bien emocionalmente para poder estar sanos. Gracias!

  • Vivian dice:

    La actitud que tomes ante la vida es muy importante para que tu corazon este en paz, eso pienso yo, es muy bueno seguir la práctica del yoga y me gusta mucho como siento mi corazón y en general mi cuerpo.

  • Sally dice:

    La fuerza interior y la confianza que tengamos en nosotros será el motor de nuestra tranquilidad y progreso en la vida. Nuestra energía tiene que ser positiva para poder enfrentar nuestros miedos y las dificultades de la vida, sin que estas nos amilanen y nos hagan trastabillar en la vida, esa fuerza interior que nos mueve tiene que ser conducida por nuestra fe de poder vencer nuestras dificultades.