De la deseperanza y desilusión a lo grandioso y extraordinario
Transformar el plomo en oro. Esta era la base de la alquimia, transformar un metal denso, gris y pesado, en un metal noble, puro y hermoso. Y aunque los alquimistas de la antigüedad hacían y experimentaban para lograr este hallazgo, y encontrar el elixir que pudiera lograr el oro tan deseado y codiciado, la metáfora queda a punto para explicar el arte de vivir y entender como un sentimiento o experiencia dura, opaca y pesada puede transformarse en algo realmente grandioso y extraordinario.
La desesperanza y la desilusión son sentimientos que se pueden juzgar como “malos”. Y a decir verdad, cuando los hemos padecido, ciertamente hacen lucir la vida gris, turbia y hasta sospechosa. No tenemos confianza, perdemos la esperanza y las cosas parecen no ser lo que esperábamos o quisiéramos. Estos sentimientos son fáciles de sentir, sobre todo en un mundo donde las cosas a veces no parecen ser lo que queremos, y hay violencia e injusticia, desilusión y rechazo?
Porque no podemos modificar o transformar la realidad en lo que nosotros deseamos o queremos. Cuando no podemos transformar las condiciones que nos duelen o nos hacen sentir limitados, cuando no sabemos cómo llenar nuestras necesidades y quitarnos de encima las experiencias que nos hacen sentir decadentes, atrapados, confundidos, etc., entonces empezamos a sentir mucha frustración, la cual con el tiempo se va acumulando hasta que nos quita las ganas de estar aquí. Y entonces podemos sentir ansiedad, miedo, temor y falta de fe.
¿Cómo transformar la desilusión y desesperanza en un sentimiento extraordinario?
Aprendiendo nuevas formas de ver y entender planeta, el sol baja en todas direcciones. Decir que algo no debiera de ser de cierta forma es hasta cierto punto egoísta, ¿y por qué no? Si cada quien tiene el derecho a sus experiencias equivocaciones y aprendizajes.
Cuando estoy luchando contra corriente para cambiar algo, es que estoy tratando de encajar la vida en ideales que a mi parecer debiesen de ser. Y aunque esto puede de alguna forma servir para empujar ciertos procesos de creación, es muy desgastante. Toda la vida estaré en una lucha continua: el ideal contra la realidad. Y esta batalla me exentara de concentrarme en el presente, de disfrutarlo, estoy disociado en un tiempo ideal, pensando en que cuando tenga o pase algo, entonces yo estaré bien o seré emocional agotara, tarde o temprano, mi fe, mi esperanza, porque la vida no cambiara realmente. La vida es lo que es. Juzgarla y reprobarla continuamente es no permitirme ni a mí ni a los demás ser lo que son o ser lo que soy. Acomodar a todo el mundo “en su lugar” no me permite que disfrute lo que hay en este momento, me distrae de aventurarme en lo que no se de mi mismo, me resta Si estas desesperanzado o desilusionado, quizá es momento de dejar de ver hacia fuera, hacia el pasado, hacia el futuro. Dejar de enfocarte en lo que no quieres y te gusta y concentrar tu atención en entenderte mejor, en aprender de lo que has vivido, en dejar de criticarte, compararte y de estar en una continua competencia entre el “bien” y el “mal”. Realmente nada está bien ni mal. A menos que tu lo admitas asó. Pero porque no mejor empezar a admitir todo como una bendición, “lo malo” como un empuje o motor para acercarte a las grandezas que hay dentro de ti, si dejas de esperar de los demás y empiezas a encontrar el poder dentro de ti, verás que justo ahí está todo eso que buscas y esperas. Y siempre ha estado ahí.