Desesperanza o síndrome de Burnout
La palabra Burnout se refiere a agotamiento del carburante de un cohete, cuando este se calienta excesivamente. El término ha sido tomado para describir y nombrar una afección emocional a la que gran parte de la población parece ser cada vez más susceptible: la desesperanza o el desánimo.
¿Qué es el síndrome de Burnout?
A diferencia del estrés o la depresión, esta afección se caracteriza porque la persona no se siente realizada ni satisfecha con lo que es ni con lo que ha logrado en su vida. Ha sido clasificada por la OMS cómo un problema de “staff” o grupal, no tanto como un problema individual. La afección suele originarse en los ambientes laborales donde hay mucha presión, en empresas burócratas o donde al empleado se le trata como un mero objeto que presta servicios.
Dentro de este tipo de ambientes, las personas que prestan sus servicios por mucho tiempo y son tratadas la mayor parte (o todo el tiempo) como objetos meramente de trabajo, empiezan a crear mucha tensión y estrés interior. En estos ambientes laborales hay nulo reconocimiento de la labor, las condiciones son poco atractivas, hay tensión y presión, disgustos, las opiniones del empleado no son tomadas en cuenta, y no se puede expresar la creatividad; hay indiferencia e incluso maltrato. Este tipo de condiciones, que muchas veces pasan como “algo normal”, aunada a la ausencia de tiempo que tiene la persona que labora para la realización de proyectos o aspiraciones personales, va generando poco a poco una fuerte frustración o desgaste profesional el cual, de no ser atendido, se va transformando con el tiempo en una severa inconformidad, la cual se llega a transformar con el tiempo en depresión o desesperanza.
Este tipo de desesperanza parece pasar por varias etapas: primero se empieza con sentir frustración por no poder hacer “las cosas que uno quiere”, o por no ser “tomado en cuenta o escuchado” por los directivos o superiores. Esta frustración se convierte en depresión y, más tarde, en apatía o distanciamiento emocional.
¿A quienes más afecta?
Además de afectar a los empleados con dichas condiciones laborales puede desarrollarse en todos aquellos que prestan servicios a otras personas y que se sienten muy comprometidos o de alguna forma obligados a desempeñar dicha función, tal es el caso de aquellos que sienten que “no pueden dejar su trabajo”, ya sea “por la situación económica” o por que sienten que no “encontraran algo mejor”, o por cualquier otra razón que los haga sentirse sin alternativa. Por lo general, se encuentra que los grupos más afectados son aquellos que trabajan en el área de la educación (maestros), en el área de la salud (doctores, enfermeras, etc.) así como los políticos y las madres, abuelas o personas de la familia muy comprometidas con ella, que dejan a un lado sus sueños para cumplir con los exigentes deberes del hogar. Sin embargo, cualquier persona que tenga ideales no cumplidos, es susceptible a este síndrome. Se dice que entre más ideales se tenga, y no se cumplan, más fuerte será el síndrome de Burnout.
Los síntomas de esta afección emocional pueden ir pasando por varias etapas:
• Inconformidad
• Frustración constante
• Carácter iracundo
• Desesperación
• Ansiedad
• Apatía
• Depresión
• Reprobación personal
• Debilidad del sistema inmune
• Desesperanza
• Propensión a todo tipo de enfermedades
Desesperanza
Desesperanza significa que ya no hay esperanza. La esperanza es una virtud por medio de la cual el hombre puede llegar a ser o devenir; esperanza es la acción de esperar algo grandioso, es un estado de confianza en donde uno siente que “cosas mejores” simplemente vendrán o sucederán. Un ser humano puede tener esperanzas en el futuro, en el mundo y consigo mismo. Esperar de uno mismo es una de las principales motivaciones del ser humano. Para esto, uno sueña y se forma ideales posibles de si mismo, y con esto empieza a crear expectativa y cierta motivación interior.
Uno tiene un ideal y entonces pueden suceder dos cosas: esperar a que el destino marque las condiciones ideales (dinero y tiempo suficiente) para emprender lo que se quiere, o empezar con voluntad a tratar de cumplir las aspiraciones personales. Cómo sea, conforme pasa el tiempo, estos ideales pueden llegar a cumplirse o no. Si no se cumplen, entonces la persona puede llegar a sentir desesperanza, es decir, pierde la confianza en que “algo grandioso” llegara.
La importancia de creer en uno mismo.
Cómo se ha dicho, las aspiraciones personales incumplidas pueden provocar un fuerte sentimiento de frustración y desilusión. Sin embargo, parece que, en realidad, lo que en verdad produce la desesperanza no es tanto el cumplimiento de una aspiración, sino la falta de atrevimiento, valor o confianza en uno mismo para realizarla.
Prestar un servicio no significa que uno tenga que volverse esclavo de él, ni que tenga que hacerlo durante toda la vida de una forma determinada. El trabajo u oficio que uno desempeña, cualquiera que sea, debe ser el motivo para inspirarse creativamente y sentirse cada día un poco más realizado. El cúmulo de pequeñas realizaciones cada día es lo que construirá las grandes realizaciones.
El trabajo debe ser el medio por el cual se pueda sentir cada día la emoción por vencer algún desafío, o descubrir algo nuevo que nos haga crecer o valorar algo de una nueva forma. Si esto no sucede o no puede suceder, ya sea por las condiciones laborales o por alguna otra razón, entonces es necesario considerar si lo que hacemos realmente nutre e inspira el alma.
En este caso, si el ambiente laboral no es propicio para fomentar un espíritu entusiasta en el empleado, entonces es necesario que este considere seriamente cambiar de ambiente, o incluso, de profesión, en el caso de que esta sea algo que disguste o no haga a la persona sentirse admirado o satisfecho con lo que desempeña. En el caso de las mamás o abuelas, habría que considerar cuanto se da a los demás y cuanto uno se dan a si mismas, esto es algo que requiere de una valoración muy personal.
En el caso de las empresas, muchas veces se recurre a la protesta ya sea general o individual para mejorar las condiciones laborales; sin embargo, muchas veces es necesario que el cambio lo emprenda el empleado. Si una situación laboral es incomoda, injusta o desagradable, y ya se ha hecho lo posible por arreglar dicha condición y esta persiste, entonces lo que queda es tener la confianza en uno mismo para cambiar dicha condición. Esto es algo que se debe valorar profundamente, muchas veces se va una vida esperando que algo “pase” o “mejore”; quizá no veamos que el cambio depende de uno mismo.
Sentirse realizado tiene que ver con lo que vamos decidiendo en la vida y las prioridades que vamos considerando. Hacerse feliz es una de las mayores responsabilidades. Uno puede sentirse realizado con la vida que ha creado, aunque esta no sea “la que ha soñado”, pues se puede valorar la vida por el simple hecho de haberla vivido a como mejor se pudo. Sin embargo, se tenga la edad que se tenga o las condiciones que se tengan, siempre es buen momento para considerar que tanto más podemos hacer por hacernos felices, y que tanto podemos atrevernos a emprender lo que queremos.