El tono de tu voz: el verdadero poder de tu palabra
El tono de voz revela más cosas de las que pensamos, dice más que el mero significado de la palabra. Muchas veces y, aunque no lo notemos, cuando decimos algo enviamos dos mensajes: uno con la palabra y otro con el tono en que se dice. Observa, por ejemplo, cuando le preguntas a alguien que si esta enojado y te contesta con un “no” enfadado, o cuando alguien te dice “por favor” con un tono de reclamo, impaciencia y una dura mirada, actitud que mucho cambia la intención de la palabra en comparación de alguien que te dice “por favor” con una voz de halo calmado y suave, que acompaña con una seductora mirada de dulce expresión. Tu mismo podrás poner esto a prueba la próxima vez que digas “por favor” y notes los muy diferentes resultados que obtienes cuando la dices con uno u otro tono.
La verdadera “forma” de la palabra no la tiene su significado, sino la esencia con la que esta cargada, es decir, la verdadera intención con la que se dice. Si pones atención a las personas cuando te cuentan algo, cuando te quieren enseñar, pedir o inventar, incluso a los cantantes cuando dicen sus canciones, notaras que, así como detectas cuando alguien no te esta diciendo la verdad o te quiere engañar, o su palabra te aburre o es incoherente, confusa y no te “dice” realmente “algo”, también hay personas cuyas palabras en verdad transmiten, te inspiran, te dan fuerza, te hacen sentir bien y seguro: te convencen. Y es que cada una de sus palabras parece estar conectada con algo más profundo que su mero significado, logran lo que se llama “la magia o el poder de la palabra”, conmueven, transforman: crean.
¿Cuál es el secreto de los mejores cantantes, de los grandes oradores, de las personas que influyen a los demás con sus palabras, aquellos quienes apenas pronuncian algo, y casi al momento parecen obtenerlo? ¿Sabes cual es su secreto? Que su palabra tiene un ingrediente muy especial que se llama convicción.
La convicción en la palabra
Sentir lo que decimos para poderlo transmitir no es realmente un secreto, el problema es que, cuando se nos enseñó a hablar, muchos comprendimos que era más importante lo que se decía, que el cómo se decía. Darle más importancia a las palabras que a la intención con las que estas se pronuncian hace en verdad una gran diferencia en los resultados de lo que decimos, sobre todo cuando se trata de pedir, enseñar o convencer. La verdadera alma de las palabras se llama emoción, decir algo puede ser un bonche de sonidos o ruidos si no nos hacen sentir “algo”. Una palabra vacía es lo mismo que un cuerpo sin corazón. Hablar no debería de ser algo nada más para zangolotear la lengua, sino la acción para nutrir el sonido de espíritu, y darle vida.
¿Cómo lograr que la palabra sea poderosa?
Hay dos importantes pasos que tomar en cuenta para lograr conectar la palabra con la intención que realmente queremos enviar, y hay que acentuar que en esta ocasión no sólo intentamos decir cómo ser un buen orador ni las fórmulas para saber persuadir, convencer y mover el ánimo a conveniencia del orador, sino se intenta crear la consciencia de que la palabra es el sinónimo del sentimiento más puro de una persona.
Cuando hablamos, reflejamos mucho la forma en como nos sentimos profundamente. Nuestro tono de voz capta y transmite de una forma muy sensible nuestros más hondos pensamientos y sentimientos. Perder noción del tono que usamos para dirigirnos a los hijos, alumnos, padres, amigos, amantes, etc., es perder noción de lo que sentimos profundamente. Lo que más ofende o decepciona de la palabra de una persona es que esta no sea clara, honesta e integra. La falta de integridad o de coherencia es algo que sobre todo confunde y crea mucha desesperación e inseguridad en hijos y alumnos.
El tono de voz en padres y maestros
El tono de voz amenazador, inseguro o tedioso que usa, por ejemplo, un padre o maestro para educar, resulta realmente incómodo y crea una sensación de rechazo y frustración en la mayoría de los niños y jóvenes. La inseguridad que siente un adulto cuando, por ejemplo, no puede controlar, transmitir o hacer entender a un joven lo que quiere, le puede hacer caer en un tono de voz impositivo, manipulador, lo cual se refleja en gritos, chantajes, castigos o muletillas que condicionan como “si no te portas …. te voy a….”.
Por otro lado, vemos muy frecuentemente a maestros que no están muy convencidos, motivados o inspirados con su clase, entonces su tono de voz se vuelve tedioso y aburrido, pasando dicho mensaje a los alumnos, quienes por supuesto se empiezan a aburrir y a desesperar en el aula, y a tener comportamientos que reflejan el tedio que están absorbiendo. Si el maestro no hace consciencia de lo que esta transmitiendo realmente cuando intenta enseñar, entonces lo más fácil será reprender a los alumnos y obligarlos a poner atención, lo cual se puede volver una verdadera batalla en el salón de clases pues se esta obligando al joven a escuchar algo de lo cual ni el maestro mismo esta interesado y mucho menos motivado.
Esta falta de interés o motivación hace a la personas enviar muchos mensajes negativos cuando habla, hay una especie de pesadez o cansancio en su voz, y estos mensajes de negatividad son muy difíciles de procesar por el cerebro, causan embotamiento y pesadez mental.
Por lo anterior, podemos resumir que, una de las primeras cosas que influyen en nuestro tono de voz positivamente, es el que tan motivados o inspirado nos sentimos con lo que estamos diciendo. El entusiasmo es algo que se puede sentir espontáneamente o una actitud que se puede autocrear. Sin embargo, no siempre es posible crearnos entusiasmo, aunque muchas veces las cosas dependen de nuestro punto de vista, hay sentimientos que no podemos fingir ni disfrazar, y que es mejor aceptar. Para esto, se requiere de mucha auto observación sin juicio respecto a lo que verdaderamente sentimos cuando hablamos, esto podría darnos pistas de que tanto gozo hay respecto a lo que hacemos y pensamos de una determinada situación, habría que valorar cuantas veces decimos cosas que no sentimos, y porque las decimos.
Entusiasmo y creatividad
La segunda cosa que habría que valorar es que tan creativos somos cuando decimos algo. Cuando uno se encuentra realmente entusiasmado con algo, entonces la creatividad empieza a funcionar y a permearse en la fuerza de la palabra. Basta observarse cuando uno esta enamorado y busca mil formas distintas para comunicar su amor. Si supiésemos que nunca vamos a ser rechazados por el objeto de nuestro amor, daríamos rienda suelta a toda nuestra energía creativa. El enamoramiento es el motor de la creatividad, nos damos cuenta cuanto alguien ama lo que hace por qué tan creativo y espontáneo es en eso que hace. La creatividad se vuelve cada vez más seductora a medida que ésta se mezcla con la inteligencia. Es por eso que entre más conocimiento tengamos acerca de algo, más bella será nuestra creatividad. De aquí radica la importancia de que nuestro trabajo o labor sea no sólo algo que realmente disfrutemos, sino que conozcamos cada vez más.
Hacer de nuestra palabra un instrumento poderoso tiene que ver, resumiendo, con que tanto gozo y emoción encontramos en lo que hacemos y vivimos, en que tan interesados nos sentimos con algo o alguien, y que tan seductora es nuestra creatividad. Y no se trata de que siempre uno ande “feliz”, sino de integrar lo que sentimos con lo que hacemos y decimos. Podemos decir algo no necesariamente alegres, pero si lo decimos claro, honesto y directo, y si le imprimimos un poco de creatividad, la palabra sin duda será una flecha que despegue del corazón directo al blanco.