Enojo: meditación y reflexión para comprenderlo y transformarlo
La meditación es uno de los recursos más efectivos para ayudar a la persona a colocarse en un estado mental relajado y creativamente constructivo. Mediante la práctica de un enfoque mental prolongado y concentrado podemos trasladarnos a distintos estados emocionales y además, es una excelente herramienta para atestiguar las emociones y experiencias que sentimos y vivimos día tras día, ayudando a desahogar y comprender situaciones y sentimientos que por lo general, dentro del ajetreo de la vida cotidiana, no alcanzamos a ver ni comprender.
El enojo es una de las emociones que todos hemos sentido alguna vez. Muchas veces, ante el enojo, podemos tomar distintas actitudes como negarlo, guardarlo, callarlo, disfrazarlo o simplemente dejarlo fluir. Cuando dejamos fluir el enojo, y discutimos, peleamos, gritamos, etc., son pocas las veces que quizá se arregle algo.
¿Es bueno desahogar el enojo?
Muchas personas, cuando se enfadan, creen que lo mejor es desahogarlo con quien tienen enfrente porque simplemente “así son”, es decir, creen que así es su personalidad, impulsiva, “fuerte” o que tienen mucho “carácter”. Muchas veces creemos que si no decimos lo que nos molesta a los demás estos no nos respetaran, creemos que hablar fuerte es bueno para educar o ganar autoridad, incluso hay quienes creen que humillando o castigando pueden fortalecer las debilidades de los demás o hacerlos ver o comprender lo que no ven ni comprenden.
Es muy difícil que logremos educar o relacionarnos cuando estamos enojados. Bajo una emoción de intolerancia, desesperación, frustración, etc., lo único que podemos lograr es que las otras personas tengan dos actitudes: que nos obedezcan por miedo y se guarden reclamos y demás (como sucede en la caso de los niño y jóvenes ante el enfado de padres y maestros), o se rebelen ante nosotros y nos devuelvan, ya sea con palabras o actitudes, la misma emoción que estamos emitiendo.
Tampoco se trata de que nos guardemos el enojo y lo desahoguemos pues, si hacemos esto, el cuerpo lo resentirá tarde o temprano pues todo lo que no expresamos el cuerpo lo guarda. Si bien es muy bueno desahogar lo que sentimos, esto no tiene que ser con “el de enfrente”. Lo mejor cuando nos enfadamos es tratar de retirarnos de la situación y desahogarnos en un lugar a solas donde podamos expresar físicamente lo que sentimos. Golpear o patear una pelota, romper un papel periódico en cuadritos, exprimir alguna toalla, etc., son formas de desahogar nuestro enojo.
Una vez que nos sentimos más calmados, es conveniente, entonces, realizar una breve meditación para ver cuál es el verdadero motivo de nuestro enfado y comprender mejor la situación.
Meditación para el enojo
La meditación para el enojo requiere que te des el espacio y el tiempo para poder reflexionar acerca de tu enojo. Así que si no estás en un lugar adecuado o simplemente en ese momento no tienes tiempo u oportunidad, puedes dejarlo para la noche o para otro momento donde puedas pensar un poco en ti.
Es necesario poner atención a lo que sentimos pues de las emociones podemos aprender muchas cosas si tan solo nos permitimos el tiempo de escucharlas con verdadera atención.
Una vez que has encontrado el espacio y el lugar adecuado, donde puedas estar un rato a solas, cierra tus ojos y respira hondo, tratando de permitir que tu cuerpo suelte tensiones y este cómodo.
Una vez que te sientas más relajado, entonces trata de traer la situación que te hizo enojar a tu cabeza, y trata de recrearla como si vieses una película en tu mente. Recreala lentamente y obsérvate con cuidado.
Luego, detecta entonces los verdaderos motivos que te llevan a reaccionar así: ¿Quieres que las cosas sean a tu modo? ¿Sientes que no te comprenden, aman, respetan? ¿Esperas que los demás sean de determinada forma? ¿Te molesta que no se comporten como a tu parecer “no debe ser”?
Si observamos, el enojo muchas veces es provocado porque estamos esperando que el otro sea, diga o haga las cosas a nuestra manera o a como creemos “correcto”. Cuando nuestras expectativas no se cumplen, entonces nos enojamos, como reacción a querer dominar la situación a nuestro modo.
Querer dominar la situación no se logra muchas veces con el enojo sino más bien con comprensión. Para lograr esto, siempre es de gran utilidad tomar en cuenta que así como nosotros queremos dominar el otro también desea hacerlo. Para dejar de enojarse habría que empezar por tirar la espada llamada “tener la razón”, de manera que las conversaciones no se vuelvan un combate sino un compartir de opiniones que nos ayuden a crecer.
Muchas veces lo más difícil es querer dejar de tener la razón. Para esto, después de que te hayas visto y analizado un poco, es necesario que te imagines entonces a la persona con quien tuviste el conflicto y la visualices conversando de forma amigable y entendida contigo. Esta visualización te ayudara la próxima vez a escuchar más y atender la intención de crear relaciones más armónicas y nutritivas en tu vida.