Publicado: 27/11/2009 - Actualizado: 17/02/2018
Autor: K. Laura Garcés G
Cuando somos consientes de las desagradables consecuencias que traen las drogas, entonces lo que menos queremos es ver a nuestros hijos o seres queridos, incluso a cualquier persona, atrapado en una situación así. Hay muchos tipos de drogas y muchas son sus consecuencias, sin embargo, podemos resumir que las drogas son una forma para “escapar” de una experiencia que provoca un dolor, confusión, soledad o frustración que, al ser más fuerte que la comprensión, no se sabe como manejar. Entonces nace la necesidad de evadir o huir de lo que se siente.
Saber que hacer con lo que sentimos es una clave fundamental para el crecimiento humano, y saber cómo ayudar a nuestros hijos a comprender sus emociones es ayudarles a forjar un carácter seguro, creativo y con voluntad. Esta pequeña guía emocional puede ayudarte a dar una idea de cómo se refuerzan las conductas en los niños y jóvenes, y cómo puedes ayudarles a sentirse mejor con lo que son, a ponerse limites, a animarse a si mismos y ser responsables.
1. Sentirse necesario: sentir que uno es necesario es un sentimiento tan importante para el ser humano, incluso más fuerte que la necesidad de sobrevivir. Una persona con sentimientos suicidas, o una persona que recurre a las drogas, tiene muchas veces el sentimiento de que su vida no tiene ningún significado, y que lo que él es, hace o piensa no es necesario ni valioso para nadie. Es muy importante transmitirles a los niños desde pequeños que son importantes para nosotros y su entorno, que requerimos de su ayuda para hacer determinadas labores, que nos interesa aprender de ellos, escucharlos. Es bueno, además, asignarles ciertas tareas en casa, no “porque es tu deber” sino “porque necesito que me ayudes para mantener el orden y la limpieza.”, o ponerlos al cargo de una mascota. También es muy bueno fomentarles la necesidad de su creatividad, que nos sugieran ideas, que nos digan si les gusta o no algún nuevo acomodo en la casa, etcétera.
2. La hora de las comidas deben procurarse como momentos para estar con los niños o jóvenes, para platicar e intercambiar ideas o para simplemente comer. Esto debe realizarse al menos una vez al día. Este hábito se debe fomentar pues ayuda enormemente al niño a tener seguridad, a retroalimentarse al intercambiar ideas, a sentir que alguien esta ahí. Es necesario que no este el televisor prendido pues esto anula la intención de la reunión, de preferencia no hay que permitir que llamadas telefónicas tampoco interrumpan el momento.
3. Evita imponer tus ideas o juicios a los niños con severidad, la severidad crea niños muy inseguros y rebeldes. Hay que tratar siempre de establecer diálogos en donde el niño o joven pueda dar su opinión, para esto, es necesario que los padres no se tomen como personal el modo de pensar de los niños, y que en lugar de eso, compartan su sentir en lugar de ordenar. Esto no significa ser un padre sin carácter, significa que se puede ser firme, pero no duro. Hay que evitar, además, climas familiares en donde se este dando juicio constante a las actitudes del niño, hay que tomar en cuenta que el niño no aprende ni se siente seguro de ser lo que es cuando siente que su ambiente es hostil y esta siendo constantemente rechazado o juzgado, o siente que pierde importancia, o percibe que existe la posibilidad de sentirse ridículo. En este tipo de ambiente, el pequeño empezará a practicar la autodefensa, la cual consiste en empezar a formar “caparazones” o modos de ser y hablar que estén a la constante defensiva, lo cual se traduce, entre otras cosas, en un carácter muy reservado o muy rebelde.
4. No elogies sólo por elogiar. Cuando lo hagas, se muy preciso y dile a los niños que exactamente estuvo correcto y, de ser preciso, diles lo que estuvo incorrecto. Cuando sólo dices “estuvo muy bien” envías un mensaje muy ambiguo y muy genérico que no retroalimenta algo específicamente. Pero si dices “me gusto que guardaras tus zapatos en su lugar y que acomodaras los libros ahí” entonces el niño puede retroalimentarse con el comentario. La aprobación genérica no confirma la importancia del trabajo; la aprobación específica si lo hace, y da seguridad y valor al niño. Debes procurar, además, no siempre usar la palabra “pero” después del elogio. Los elogios deben algunas estar exentos del “pero”.
5. Enséñales a tus hijos a aprender en base a la ley de causa y efecto. Es necesario que ellos sientan que sus acciones tienen consecuencias; perdonar fácilmente lo que hacen, nada más porque no queremos reprenderlos o “hacerlos sentir mal”, es una actitud que acarrea severos problemas de carácter a la larga, porque el niño no sentirá las consecuencias de sus acciones y no tendrá limites ni fortalezas interiores, su carácter será débil y será más fácilmente manipulable, más propenso a caer en drogas. Es necesario, por otro lado, no reprobar ni hacer sentir indigno al niño cuando comete algo que no nos gusta o parece correcto, lo mejor es, dependiendo de la edad del pequeño, hacer que responda a lo que hace. Por ejemplo, si el pequeño rompe algún objeto en una casa ajena, lo peor es regañar e insultar al niño por lo ocurrido. La forma correcta es decirle: “Bueno, ahora tendremos que pagar esto. ¿Cómo le vamos a hacer? Quizá tengas que ayudarme a hacer ciertas tareas, etc. Y además, habría que ir a decirle algo a la dueña de este objeto.” Un niño de 4 años de edad ya puede comprender esto.
Acerca del autor