Hijos y alumnos rebeldes: ayúdales a madurar
¿Tu hijo no te hace caso? ¿Te contesta de forma agresiva? ¿Tiene malas notas y un desastre en su cuarto? No desesperes. No pelees más. La rebeldía de los hijos o jóvenes es hasta cierto punto normal cuando los niños crecen, estas conductas rebelan aspectos interesantes de su forma de apreciar la vida los cuales podemos ayudarles a engrandecer o transformar si nos damos un momento para reflexionar y valorar las cosas desde nuevos puntos de vista. Bien se dice por ahí que para obtener nuevos resultados hay que accionar nuevos aprendizajes, y si hemos de ayudar a entender algunas cosas a nuestros hijos… ¡por qué no empezar a entenderlas nosotros primero?
Rebeldía pasiva y activa
La rebeldía es una forma de comportamiento que se puede considerar como un signo de inmadurez en la personalidad. Esta actitud expresa disconformidad, rechazo, protesta, oposición o una actitud defensiva o agresiva en respuesta a alguna regla, norma, petición, deber, tarea, etc. Existen por lo general dos tipos de rebeldía:
La rebeldia pasiva
Donde el niño o persona no expresa mucho su disconformidad, pero se siente ausente, lejano, con mal carácter y distanciado de los demás, puede que el joven esté cumpliendo con los deberes por intimidación o miedo a la autoridad, pero por dentro se siente poco conforme y con sentimientos de agresividad hacia las autoridades las cuales manifiesta con poco orden, rechazo a la compañía, auto-violencia, silencio y refugio en “su mundo”.
La rebeldía activa
Es aquella donde se expresa la disconformidad por medio de gritos, respuestas defensivas agresivas o una negación al cumplimiento de normas, en este comportamiento el joven se niega a cumplir con lo que debe y puede mostrar una actitud de “·no me importa” o hasta desafiante ante las palabras o castigos de los padres o maestros.
¿Se cura la rebeldía?
La rebeldía es una actitud que puede transformarse si nos damos cuenta que quizá como padres o maestros estamos colaborando de alguna forma a que esto suceda, por lo que debemos darnos cuenta de nuestras propias actitudes y saber “ciertos secretos” para ayudar a madurar a nuestros jóvenes. Aquí te damos algunas causas de la rebeldía en jóvenes niños e incluso adultos, y su antídoto para que las apliques de inmediato y puedas ver resultados sorprendentes.
Causas de un comportamiento rebelde y su antídoto
Causa: lenguaje autoritario por parte de los padres, maestros o personas que rodean al joven. Un lenguaje con tono o con palabras impositivas por lo general tiene como respuesta un comportamiento semejante, impositivo y de rechazo.
Antídoto: observa las palabras que usas cuando le hablas a tu hijo o alumno. Si sueles decir “Deberías…” “Debes de…” “Tienes que…” “Si no lo haces ya veras que…”, “Eres un irresponsable, flojo, etc.”, son un vocabulario poco nutritivo e impositivo. Recuerda algo: a nadie le gusta ser tratado como robot u objeto. Los jóvenes no son robots para que los programemos a nuestro antojo, les gusta ser escuchados y sentirse participativos, creativos e inteligentes. SI no sienten esto, huirán de ti! Lo mejor en estos casos es aprender a poner reglas conscientes y llegar acuerdos con ellos. Evitar los castigos y las manipulaciones y guiarlos con límites donde se sientan responsables y participativos. Para esto, ver inciso dos.
Causa: Castigos y falta de límites claros y firmes.
Antídoto: Los límites son indispensables en los jóvenes, y estos deben ser claros y firmes. El castigo le dice al joven que el debe someterse a la voluntad de los padres o maestros. Esto suele ser de muy poco a grado pues a ninguna persona le gusta someterse a las órdenes de los demás. Así que si castigas a tu hijo o alumno mejor olvídate de esto y haz acuerdos con ellos. No los regañes! Platica y haz convenios. Por ejemplo: No le digas “Si no cumples con tu tarea no saldrás el domingo a jugar”. El niño puede hacer su tarea pero la hará por conveniencia o intimidación, no porque realmente le encuentre sentido. De esta forma estarás enseñándole a seguir reglas de los demás aunque no le gusten. Lo mejor es decirle con palabras amigables pero firmes: “La tarea es tu responsabilidad. Tu puedes decidir hacerla o no hacerla, pero también decidirás si sales o no el domingo.” Aunque parezca casi lo mismo no lo es. En la primera, el padre actúa como parte controladora e impositiva, y está decidiendo, pensando y casi actuando por el joven. En la segunda, el niño siente que él decide si saldrá o no, y de esta forma puede empezar a sentirse responsable por sus propias decisiones. Si no cumple, el habrá decidido no salir. El padre no puede “quitarle el castigo” porque él no castiga, el solo hace acuerdos y el joven decide si sale o no mediante lo que decide. Esto también se puede emplear cuando sale a una fiesta o cuando debe hacer su recamara o sus deberes. Nunca debe castigarse, se hace el acuerdo de que el puede hacer lo que desee, pero las consecuencias deberá asumirlas. Es aquí donde el padre debe mostrarse amigable pero muy firme. Si el niño repela o se enfada porque no puede salir, se le puede explicar: “Pero tú lo has decidido! Qué te parece si te das prisa y quizá tengas tiempo de salir aún?”. Aquí podemos ser amigos de nuestros hijos y acompañarlos en su toma de decisiones sin gritos, castigos ni imposiciones.
Causa: Padres ausentes, con culpa y poco amigables
Antídoto: si no estás mucho en casa puede ser que intentes compensar con palabras o regalos a los niños o jóvenes. Esto no es una buena forma de relación. Lo mejor es tratar de hacer un esfuerzo por estar en casa lo más posible, platicar de tus experiencias y ayudarles a tener confianza para que ellos platiquen lo que les sucede. Si no puedes estar en casa, puedes llamarlos a menudo, dejar comida lista, estar al pendiente. Los niños o jóvenes pueden sentir este tipo de afecto. Lo que no les gusta a ellos es sentir que a los padres no les importan, lo cual les provoca enfado, baja autoestima y rebeldía pues se sienten poco queridos y muy poco importantes.
Empieza por poner en práctica estos pequeños secretitos y recuerda siempre que la rebeldía tiene mucho que ver con no ser tratados dignamente, incluso los adultos se sienten enfadados cuando se les trata como robots o máquinas, de una forma fría e impositivamente. Lo que más quiere un niño o joven rebelde es desprenderse de las imposiciones, sentirse importante y valioso, que sepa que sabe pensar y decidir por si mismo, que seas honesto con él y no flaquees, que seas firme con tu cariño y les ayudes a pensar y valorar sus decisiones.