Publicado: 11/05/2010 - Actualizado: 28/09/2018
Autor: K. Laura Garcés G
¿Qué enfermo no quisiera poder levantarse mañana mismo, sin dolor, sin irritación o molestia, y volver a trabajar, a estudiar, a las fiestas, y poder de nuevo correr, hacer, bailar, comer lo que sea, etc.?
La cura rápida es algo que seduce a cualquier persona que padezca algún tipo de afección, sin embargo, este tipo de remedios instantáneos que nos prometen por ahí y con demasiada frecuencia deben valorarse con cuidado, pues hay que tomar en cuenta que la enfermedad se debe a un desequilibrio en muchos sentidos, adormecer un síntoma y privarnos de los efectos no es curar, es tapar o disfrazar algo, además, puede ser que nos sintamos bien por un momento o algunos días, incluso podemos depender de estos remedios por años, pero a la larga, podemos padecer lo que se llama la ley de reversión.
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¿Qué es la ley de reversión?
Es el efecto que se produce cuando la enfermedad simplemente se ha “disfrazado”, “adormecido” o “controlado” por un determinado tiempo, y de pronto esta suele presentarse con nuevos síntomas, de más gravedad o diferentes, incluso, la enfermedad puede reaparecer con un nuevo “nombre” y una nueva sintomatología, muchas veces sin razón aparente, y en muchos casos no se sabe que la dispara. De repente viene una recaída y decimos ¿Qué sucede, si estaba bien!”. La ley de reversión bien la explica el Dr. Constantine Hering, “una ley que nos obliga a regresar al punto de partida, a experimentar los problemas y faltas que no hemos querido enfrentar.” Es como si el cuerpo de pronto se desbordara en todo aquello que ha acumulado y a lo cual no hemos prestado la debida atención y responsabilidad.
Una verdadera cura
¿Quiero librarme de los síntomas o quiero curarme? Esta es una de las preguntas que debemos hacernos antes de tomar alguna decisión para recuperar la salud. Si queremos quitarnos los “molestos síntomas”, entonces sin duda se encontraran muchos remedios maravilla. Si deseas curarte, entonces tu aventura quizá requiera más paciencia, pero el resultado sin duda valdrá la pena.
Para curarse y erradicar la causa que nos provoca un padecimiento, es necesario empezar por comprender que la enfermedad es consecuencia de un cúmulo de hábitos y formas de pensar y actuar en nuestra vida. Una enfermedad “no nada más aparece” por que si. Hacernos responsables de nuestra enfermedad es comprender que de alguna forma la hemos estado provocando. Y esta responsabilidad es un arma muy poderosa, pues si nosotros la hemos ocasionado, también nosotros podemos erradicarla. Y no importna cuan grave pueda ser o cuantas cosas tenga acumulada el cuerpo. Siempre es posible renovarlo si se tiene la actitud y el conocimiento para hacerlo.
Algunos preguntarán ¿Y que hay de los pequeños niños que se enferman? ¿Acaso ellos se provocan también la enfermedad? ¿Y que hay si yo, por ejemplo, ya nací con algún padecimiento?
Si tomamos en cuenta que, cada experiencia de la vida es un motivo de aprendizaje y descubrimiento, entonces no importan el cómo, cuándo y dónde hayamos adquirido la enfermedad. Lo que hay que valorar es una visión más grandiosa, aquella que nos dice que nuestra sabia naturaleza nos ha puesto en “ese camino” porque de alguna forma hay algo muy valioso que tenemos que descubrir cuando lo andemos. Sin embargo, si evadimos el camino por los atajos fáciles, entonces quizá la recompensa que obtendremos de eso que consideramos “problema o enfermedad” no llegará. Debemos ir al grano del asunto, cambiar la actitud respecto a lo que padecemos, y atreverse a explorar nuevas formas de vivir y pensar. De esta forma hallaremos ese tesoro que andamos buscando, llámese salud, libertad, gozo, o como sea.
¿Cómo podemos esperar el tesoro si no hemos andado por donde se debe?
El tesoro de la salud, como afirma el Dr. Jensen, en su libro La naturaleza tiene el remedio (de editorial Yug), que “la salud no es algo que se gana, es algo que se aprende.” Y a ley de curación de Hering dice que toda curación debe provenir del centro de uno mismo hacia afuera, y no al revés. Para curarse verdaderamente, hay que empezar por considerar desde hábitos alimenticios y actitudes de vida, hasta la forma en como hablamos y respindemos ante las diversas situaciones de la vida.
Afortunadamente, en la actualidad existen muchas terapias alternativas que tratan no tratan enfermedades, sino seres humanos. El enfoque integral de la medicina que florece con fuerza en estos tiempos intenta restablecer el equilibrio que se ha perdido entre lo que es el ser humano, su naturaleza creativa y su filosofía y modo de vivir.
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Esto sin duda es un proceso más lento, una aventura que explora las profundidades del ser humano y sus razones de vida, apoyándose también en remedios naturales, ejercicios, respiración adecuada, alimentación, etc, que ayudan a que la persona se integre naturalmente a lo que es, y restablezca su armonía y bienestar no sólo físico sino espiritual, mental y emocional.
Durante este proceso, se debe pasar por lo que se conoce como Crisis de curación, que es el momento en donde el cuerpo realmente esta depurando y despojándose de todo eso que lo tenía atascado y funcionando con deficiencia. En este momento los síntomas parecen agravarse, pero cuando el proceso es bien guiado por un profesional, es un momento muy adecuado para deshacerse de todo lo que impide la salud.
Restablecer de nuevo equilibro es lo que hace la verdadera cura, es lo que devuelve al individuo las ganas de vivir, de explorar y ser alegre. Es lo que en verdad nos pone de pie nuevamente, y nos da ánimos de correr, crear y participar con nuevas actitudes en la vida.
Evadir esta poderosa responsabilidad que es nuestra curación no nos llevara a ningún destino libre ni disfrutable. Sin embargo, cada quien es libre de decidir a donde quiere llevarse, después de todo, la naturaleza es tan noble que hasta nos permite el lujo de elegir qu ejhacer de nuestros cuerpos y nuestra vida.
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