Lucha contra las plagas: usos de escudo biológico
Con el fin de combatir las plagas que acechan a los cultivos de la Agricultura ecológica, en Altea, esparcen millones de larvas criadas en cautividad por más de 65 hectáreas para que acaben con el piojo rojo que devora las naranjas. El municipio se adelanta así a la lucha contra las plagas agrícolas sin pesticidas.
Se trata de una vuelta a los orígenes: si la utilización de pesticidas y plaguicidas revolucionó la agricultura años atrás, cultivar productos completamente naturales vuelve a ser prioritario y el objetivo de los nuevos agricultores “bio”. Pero no sólo se estudian nuevas formas de cultivos ecológicos. Los métodos naturales para acabar con las plagas que destrozan los frutos irrumpen en los tratamientos con pesticidas y plaguicidas que merman la calidad de los productos.
Y en este sentido, acabar con las especies que atacan los cítricos se convierte en una lucha entre especies donde gana la ley del más fuerte. Por ello, el Ayuntamiento de Altea, la Cooperativa Agrícola del municipio, junto a la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), la Fundación de Biodiversidad y la Conselleria de Agricultura, están llevando a cabo un control de plagas en 65 hectáreas de cítricos mediante la suelta de insectos que permitan acabar con el piojo rojo que ataca a los cultivos de cítricos de la localidad de la Marina Baixa.
El plan modelo
El proyecto se desarrolla en 400 parcelas de cerca de 200 agricultores, lo que supone un tercio de toda la superficie agrícola del municipio. El profesor de Protección de Cultivos de la UPV, Rafael Laborda, junto a la concejala de Agricultura de Altea, Carolina Punset,(ambos en la foto) llevaron a cabo la primer suelta de insectos en las parcelas de la partida Racons y cuyos árboles ya están afectados por el piojo rojo.
Esta plaga de California se encuentra entre las más importantes en la mayoría de países productores de estos frutos, según la Conselleria de Agricultura. Los primeros daños llegan a la Comunitat a finales de los años 80, sobre todo en la Ribera Alta y Marina Alta, aunque se ha extendido a otras zonas agrícolas de la Comunitat.
Normalmente estos pequeños insectos tienen especial incidencia en los cítricos, donde causa graves daños aunque no son peligrosos para el hombre. Cada hembra puede dar lugar de 100 a 150 larvas según la temperatura, según las mismas fuentes. En cuanto a los efectos visuales, pueden producir manchas y las hojas muy atacadas amarillean y caen.
El fin: mejorar los frutos
Pero donde realmente dejan ver sus efectos es en los frutos. El profesor de la UPV explicó que, aunque no conllevan gravedad para el consumo, «afean las frutas lo que al comercio no le gusta» ya las devalúan para su venta. La suelta concreta de Altea consiste en liberar alrededor de cinco insectos, denominados 'Rhizobius lophanthae', por árbol que, según un control de calidad, tienen una garantía de supervivencia del 95%. Estos ejemplares son los encargados de distribuirse en los árboles y acabar de manera natural con el piojo rojo, según explicó Laborda.
Esta especie, que aún no ha sido bautizada con un nombre común, ha sido creada en un insectario de la Conselleria de Agricultura en Almassora en cautividad y ha sido probado sobre una plaga en calabazas. De ahí fue llevado a la UPV «donde se mantuvieron a 15 grados de temperatura», añadió el profesor. Los árboles alteanos de la zona de la partida Racons recibieron sólo ayer 2.550 insectos pero «en todo el proyecto se van a soltar varios millones».
La medida será llevada a cabo durante 15 meses pero «es un sistema lento cuyos resultados no se verán hasta de aquí a un año», añadió el experto, aunque el seguimiento del control biológico será semanal. Además, el proyecto contempla la suelta de otro parásito para combatir la plaga cuando aumenten las temperaturas cerca del verano.
La concejala de Agricultura de Altea indicó que «el trabajo final no se verá en estas cosechas si no en las del siguiente año». Así apuntó que «este año aún saldrán restos de pesticidas y plaguicidas en los análisis que se les hagan a los frutos». Laborda argumentó que «es una suelta preventiva» ya que, a pesar de que los expertos conocen la existencia del piojo rojo en los árboles de Altea, hay que prever su aparición en mayores cantidades.
El proyecto está cofinanciado por la Fundación Biodiversidad y la Conselleria de Agricultura. Punset afirmó que «Altea es pionero en esta medida» y aseguró que «la intención es que se extienda a otros pueblos» y que la iniciativa se presente en 98 cooperativas que forman parte de Anecoop ya que «vamos a editar una guía con todo el procedimiento que hemos desarrollado». De esta forma, los productos artificiales para mantener los campos pueden tener los días contados en la Comunitat.
Fuente: Vida Sana