Publicado: 25/07/2006 - Actualizado: 25/10/2018
Autor: Casa Taller Saluz
La época después del tercer año de edad hasta la pubertad, aunque el crecimiento físico puede ser menos notable y más constante, es una época de crecimiento importante, no solo físicamente, sino también en las áreas emocional, cognoscitiva y social. Como los niños están creciendo y desarrollando huesos, músculos y sangre, necesitan más alimento nutritivo en proporción con su peso que los adultos.
Pueden tener el riesgo de desnutrición cuando su apetito es malo por mucho tiempo, o cuando solo aceptan un número limitado de alimentos y sustituyen sus dietas con alimentos deficientes en nutrientes. Hay que tender hábilmente a que no se rechace ningún modelo de alimento, aunque para ello pasen varios años. Además es necesario recordar que ningún niño debe ser forzado a comer, ni el rígido control ni la laxa conducta son adecuados. Una regla práctica consiste en ofrecer una cucharada sopera de cada alimento por cada año de edad y servirles más alimento según su apetito.
Estos años son decisivos para no sufrir de por vida de obesidad. La obesidad en la niñez no es un trastorno benigno a pesar de las creencias populares de que el sobrepeso se superará. Cuanto mayor tiempo tenga sobrepeso, más probable será que continúe la obesidad hasta la adolescencia y la vida adulta; es por esta edad que se diseña el número de células adiposas y por lo cual la alimentación debe ser la justa y la mejor, los dos enemigos son las grasas y el azúcar.
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Poner límites en la educación de los hijos
En los últimos decenios ha cambiado la estructura familiar. Ahora casi la mitad de las mujeres trabajan fuera de casa. En consecuencia los niños comen una o más veces con sus abuelos o en las escuelas. Debido a las restricciones de tiempo, la compra de alimentos y la preparación de las comidas se han modificado para incluir un uso mayor de alimentos fáciles y rápidos. La plaga de los divorcios divide economías y resta dinero para todos los gastos, incluyendo los alimentos.
A medida que los niños crecen se expande su mundo, y sus contactos sociales toman mayor importancia. La influencia de los compañeros aumenta con la edad y se extiende a las actitudes y elecciones de los alimentos. Los padres debemos poner los límites pero sin llegar al conflicto en tales situaciones, sabiendo que los niños ponen menos interés en el alimento y más por el mundo que les rodea.
La importancia del ambiente para la nutrición infantil
El ambiente físico para las comidas de los niños es tan importante como la atmósfera emocional. Las discusiones son negativas a la hora de la comida. Por el contrario, un ambiente positivo permite masticar y agradecer los alimentos y facilita tanto el silencio como la justa conversación
Si comen en mesas estándar deben ser sillas altas, pera sentirse cómodos, con la mesa a la altura del tórax.
- Para los mas pequeños es adecuado que las tazas y platos fueran irrompibles y de mucho peso para que no se derrame el alimento al comer solos.
- Una escudilla poco profunda es mejor que un plato para facilitarles la alimentación con cuchara.
- Las cucharas y tenedores gruesos y de mango corto les permiten cogerlos mejor y se cansan menos.
Los niños no suelen comer bien si están cansados, algo a tener en cuenta a la hora de programar las horas de las comidas y las horas de los juegos. Sin embargo, para estimular un buen apetito, necesitan grandes actividades motoras y pasar tiempo al aire libre.
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Cómo elegir los alimentos para los niños
En la elección de los alimentos para el niño debemos de considerar que la energía que obtengan debe provenir fundamentalmente de carbohidratos complejos como los cereales integrales en grano hervido o en forma de crema, confiando mas en aquellos que no aporten gluten en su composición. Las patatas se tomarán con moderación y en casos especiales se anularan de la dieta. El azúcar se reducirá notablemente sustituyéndolo por la miel o melazas de cereales y en cantidad no superior a una cucharadita diaria, así como pequeñas porciones de fruta seca o fresca y siropes o mermeladas de frutas locales como pera o manzana. Los niños que abusan de dulce son inquietos, inconstantes y faltos de concentración. No recomendamos los edulcorantes, pues todos ellos son artificiales y violentos para la sensibilidad gustativa del niño.
Las proteínas deben ser las correctas, pues un exceso sobrecarga el hígado y el riñón. Las proteínas animales añaden a la dieta innecesarias grasas saturadas y un crecimiento acelerado del cuerpo físico, se puede admitir algún huevo semanal, pequeñas raciones de carne de ave, caza o pescado. Entre las proteínas vegetales recomendamos azukis, lentejas, tofu, y con moderación garbanzos y alubias, siempre bien cocinados y enriquecidos con verduras de tierra y mar. Otra fuente de proteínas de calidad vegetal son las provenientes de frutos secos y semillas oleaginosas, recomendando una cucharada sopera de semillas de calabaza, o de sésamo, o de nueces, a diario.
Los lácteos serán reducidos y si el niño no goza de salud eliminados. En caso de consumo es preferible el yogur, quesos fresco y de vez en cuando pequeñas porciones de queso curado. Evitar los embutidos, aperitivos comerciales, bollería en general.
Con las frutas elegiremos las locales y estacionales, destacando la manzana y la pera. No abusar de la sal y educar al niño, en que el agua es la mejor bebida para evitar la sed. Las bebidas de cola por el azúcar que contienen mas que anular la sed la potencian.
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Resumiendo nos damos cuenta de como los cereales, verduras, proteínas vegetales y frutas, aderezadas con pequeñas raciones de frutos secos, carne, pescado y lácteos son los pilares de una dieta sana y equilibrada.
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