Responsabilidad: como desarrollarla en niños y jóvenes
Si algo podemos hacer padres, maestros o adultos con los más pequeños es ayudarles a convertir sus debilidades en fuerza. Todos los seres humanos tenemos debilidades, los niños las tienen, aunque muchos de ellos vienen dotados de grandes fortalezas y habilidades únicas, tienen en su personalidad rasgos menos brillantes que sin duda vienen a aprender a fortalecer.
La responsabilidad en los niños y jóvenes
La responsabilidad es una de las bases fundamentales en la realización de todo ser humano, y es una habilidad que se puede empezar a transmitir desde edad muy temprana, desde los dos o tres años. Si logramos que un pequeño vaya comprendiendo la importancia de ser responsable, entonces habremos sentado una base primordial en su desarrollo, y estaremos cooperando a futuro con un adulto maduro y consciente.
¿Qué es responsabilidad?
Responsabilidad significa que uno sabe y es capaz responder a lo que le sucede. Si uno no sabe responder, entonces uno se hará irresponsable. La irresponsabilidad no está mal, simplemente significa que no se sabe cómo responder ante una determinada situación. Si un niño no comprende como responder, entonces evadirá lo que debe hacer. Y si un niño no comprende el efecto de lo que hace, y no tiene una consciencia de hasta donde pueden llevarlo sus conductas y actitudes, entonces será alguien que actúe de forma irresponsable.
Enseñando a ser responsable
Enseñarle esto a un niño no requiere gran esfuerzo, ni gritos ni imposiciones, ni tampoco hay que esperar a que sea demasiado grande, no, esta cualidad poderosa se puede aprender desde edad muy temprana, desde los dos o tres años se le puede enseñar al pequeño lo que significa ser responsable.
Para enseñar la responsabilidad a un niño, basta con mostrarle que cada una de las cosas que hace tiene consecuencias. Por ejemplo: si un pequeño derrama un vaso de leche mientras desayuna, eso no esta “mal”, ni siquiera es motivo de regañarlo, castigarlo o reprenderlo, incluso si esta jugando en la mesa. Esto sólo provocara la ira del niño y que se sienta culpable y rezagado. Castigar, regañar y gritar no ayuda a crecer a nadie, y sólo vuelve al pequeño inseguro y rebelde, y cada vez necesitará que le griten y castiguen más, porque con el tiempo los niños suelen rebelarse ante las imposiciones y hacerse hábiles para salirse con la suya y desapegarse del grito o amenaza.
Así pues, lo mejor en este caso es decirle al pequeño, con voz firme y calmada (siempre procurando ser amigable): “Bueno, ahora tendrás que limpiar la mesa y el suelo.” Y se debe dejar al niño que vaya y busque el trapo y lo enjuague, hasta que quede todo limpio. Si hay que lavar el mantel, entonces tendrá que ocupar un tiempo extra para remojarlo y lavarlo, no importa cuan pequeño sea, se debe dejar que lo haga, aunque a final de cuentas el adulto acabe haciéndolo. Lo importante aquí es que el pequeño observe el trabajo y el esfuerzo que hace, los cuales le estarán enseñando a hacerse responsable, es decir, a responder a lo que ha provocado.
Alguna vez alguien me decía que a su hijo le gustaba lavar el mantel y que hasta disfrutaba la tarea, y si eso le estaría enseñando algo al pequeño. Por supuesto que si. Incluso si el niño disfruta con las consecuencias, se le estará enseñando a que debe de realizarlas de cualquier modo.
Si, por otro lado, el vaso se rompió, quizá valga decirle al niño también: “Pues creo que tendrás que quedarte esta vez sin comprar dulces en la tienda porque el vaso cuesta y habrá que reponerlo.” Y será necesario que el padre cumpla, amigablemente, lo que dice. Así que si el pequeño llora o se enfada por que esta vez no le compraran lo que desea en la tienda, el padre tiene que mostrase firme, pero siempre amistoso, es decir, decirle sin gritos ni enfados que en esta ocasión le toca comprar un vaso nuevo en lugar de un dulce.
Todas estas consecuencias le darán una perspectiva al pequeño de hasta donde pueden llegar sus actitudes, y sin duda, para la próxima vez, tendrá mucho más cuidado en la mesa, y quizá ya no jugará, si es que lo hacía.
Adultos y jóvenes irresponsables
Muchos adultos son irresponsables porque de pequeños no se les mostró de una forma amigable y objetiva la consecuencia de lo que hacían, y se les reprendió con dureza por lo que hacían. A los jóvenes, todavía se les suele reprender mucho, en lugar de hacerlos consientes de lo que hacen y de recibir sus propias consecuencias no porque sea un ·cstigo", sino porque es una acción de consciencia y de regitro de información.
Un niño o joven que rompe los límites y que no “le importa nada”, es un joven que se rebela contra una autoridad que no ha sabido como transmitirle la responsabilidad.
Hay que derribar, como adultos, los prejuicios que se tienen acerca de que imponiendo y gritando, los niños responderán mejor. Quizá respondan por un tiempo, pero lo harán quizá por miedo, no por respeto ni porque hayan realmente comprendido y hecho consciencia de lo que se les desea transmitir. Lo mismo sucede con padres permisivos y consentidores, que permiten que su hijo haga lo que sea y les evitan el dolor y la frustración de responder a lo que hicieron, o padres que ponen castigos muy severos y luego ellos mismos los rompen porque a la mera hora no son capaces de sostenerlos. Mientras un niño o joven se sienta castigado, no sabrá lo que es ser responsable, porque sentirá que hay alguien que dirige su vida y le impone formas de ser. No se debe enseñar a un niño con castigos. Se debe enseñar con la ley de causa y efecto, poner limites a un niño no consiste en decirle que se quedará sin televisión una semana por haber sacado malas notas, significa hacer tratos conscientes con ellos, llegar a acuerdos razonables.
Si se desea hacer responsable a un pequeño en la escuela, no se debe poner el estudio como una imposición ni un castigo, y no debe ser un debería. El estudio debe ser un descubrimiento de nuevas cosas, sobre todo, un descubrimiento de lo que ellos pueden hacer y de las habilidades que si tienen.
Si se desea, por otro lado, que un joven sea responsable en llegar a casa a una hora determinada, no se le debe castigar cuando no lo hace. Es necesario hacer acuerdos como “Te espero a las doce. ” En caso de que llegue después, no es necesario levantarse y regañarlo o gritarle. No. Lo más efectivo es la actitud serena y firme. Qué tal: “Buenas noches, hijo. Siento que hayas decidido no salir la próxima vez. Mañana podemos hablar.”
Cuando el joven pida permiso para salir nuevamente, debe explicársele que el mismo rompió la regla y el acuerdo de llegar a una hora, y que ahora no podrá salir. El padre debe ser firme y sostener su palabra, incluso puede ser amigable y decirle: “Pero puedes leer un libro o ver una buena película esta noche”.
Obviamente si el joven o niño no esta acostumbrado a este tipo de limites se desconcertará y quizá se rebelará o se enfadará mucho. Pero si se insiste en la firmeza y en hacerlos conscientes de lo que hacen, el joven poco a poco se hará más responsable y tendrá un carácter más consiente. Y sin duda, aunque no pueda reconocerlo, nos lo agradecerá, por que le estaremos formando y fomentando un carácter consciente y maduro, lo cual le ayudara a ser más feliz y a tener una mayor realización en su vida.