¿Somos lo que comemos?

Publicado: 11/10/2006 - Actualizado: 14/02/2018

A Ludwig Feuerbach ( 1804-1872 ), uno de los fundadores de la concepción materialista del mundo, se le atribuye la frase de: “ El hombre es lo que come ”, y es que el hombre aunque nos disguste es una marioneta a merced de los alimentos que ingiere diariamente y que transforma por medio de la digestión. Pero si somos más que materia, yo añadiría a esa célebre frase: “ El hombre es lo que come, cuando come mal ”, pues si comes bien, el cosmos nos influye mucho, por medio de la captación de un cerebro bien nutrido y somos independientes con una gran autoconciencia.

Nos vale la metáfora de que el cuerpo del hombre es un instrumento para el espíritu, o dicho de otra forma, el hombre se sirve del cuerpo como instrumento. Este instrumento será cada vez más apto, gracias a una alimentación más correcta.

Hay que preguntarse si existe la posibilidad de organizar nuestro cuerpo de tal manera que sea un instrumento cada vez más adaptado a los impulsos de nuestra vida espiritual con el fin de que, gracias a una alimentación correcta, nos liberemos e independicemos de nuestro cuerpo.

¿ Qué tenemos que comer para que no seamos lo que comemos ?.

El hombre descompone los alimentos ingeridos y más tarde su organismo compone mediante una segunda alimentación dirigida desde el cerebro con sus influencias cósmicas.

El organismo se compone de hidratos de carbono, grasas, proteínas y sustancias minerales, por ello la pregunta clave sería cómo debe alimentarse el hombre para que reciba la cantidad necesaria de estas sustancias, en un equilibrio adecuado a las leyes de funcionamiento de nuestro cuerpo.

No podemos olvidar que todo proceso físico esta sostenido en procesos espirituales o sutiles, por eso los procesos de alimentación no son sólo físicos, sino que son la manifestación física de procesos espirituales. De manera que si ingerimos productos animales no sólo introducimos en nuestro sistema digestivo proteínas y grasas, sino la “ estructura espiritual ” que las forma.

Queremos resaltar el hecho de que desde el mundo físico existe la posibilidad de elevarse al mundo espiritual, porque el cuerpo físico también está constituido por el cuerpo etérico o vital y detrás de este está el cuerpo astral. El cuerpo astral es manifestación de sensaciones instintivas, es expresión de todo lo anímico, por ello debemos ver tanto el cuerpo físico como el etérico, penetrados ambos por el cuerpo astral y cohesionados todo ello por el Yo que es el cuarto miembro de la organización humana.

Sólo podremos hablar de la cuestión alimenticia y de su alcance, al observar como reaccionan estos cuatro miembros bajo la influencia de una alimentación u otra.

El hombre se nutre de lo animal, vegetal y mineral.

Planta es a fotosíntesis como hombre es a respiración. Uno frente a los otros.

El cuerpo etérico durante toda la vida evita la descomposición del cuerpo físico, el hombre así como el animal, tiene además un cuerpo astral que es portador de luz y calor interior. La luz interior de los animales, produce consecuencias opuestas a la de la luz exterior en las plantas.

• Al recibir la planta la luz exterior puede construir su organismo, con hidratos de carbono, proteínas, …… produciendo la savia.

• La luz interior tiene la función de descomposición , esa es una parte de la función del cuerpo astral, generando sangre caliente. En la sangre se ubica el cuerpo astral, de ahí la sabiduría de los pueblos primitivos de desangrar al animal sacrificado, evitando comer su sangre. Hoy en día existen avales para ciertas carnes de aves o mamíferos que indican que en su sacrificio se utilizan técnicas de desangre, como el certificado “ halal ”, fundamental para que la carne del animal sea consumida por un musulmán; otro tanto ocurre con los judíos. En contraposición existen comunidades autónomas de España, que practican el consumo de sangre animal, principalmente de cerdo, en forma de morcilla, sangrecilla……., otra forma de introducir sangre es por medio de transfusiones, algo que creo se realiza a la ligera y que no se medita en los verdaderos efectos de estas prácticas, que sin duda pueden provocar un trauma al Yo del paciente, sobre todo en un momento en que el paciente se encuentra débil.

Mientras que el cuerpo etérico se encarga de la conservación del cuerpo físico, el cuerpo astral es el que provoca su descomposición, y por la destrucción de las sustancias obtiene calor. Sin esta actividad de descomposición interior, el hombre no podría tener un YO, que le capacite para tener vivencias internas. Mediante la descomposición realizada por el cuerpo astral se obtiene la actividad interior de la conciencia. Esta descomposición capitaneada por el cuerpo astral, genera el calor en la sangre y mueve el sistema nervioso, verdadero instrumento del Yo.

El Sistema Nervioso en su actividad interior es también el resultado de la descomposición de sustancias y le da al hombre la facultad de pensar. También el calor interior se debe a la descomposición de proteínas, así que el movimiento y el calor interno manifiestan la actividad del cuerpo astral. Por ello no sólo hay que tomar la cantidad necesaria de alimentos sino aquellos alimentos que realicen los procesos mencionados, porque en ello se basa la vida interna. Si estos procesos no se generan de forma correcta será la enfermedad el camino a la normalidad.

Cuando una alimentación es vegetariana el refuerzo interior para asimilar, algo lejano de nosotros, potencia la autoconciencia del YO, sucede lo contrario cuando se consume alimentos de origen animal, peor cuanto más cercanos a nosotros, desde un punto de vista evolutivo.

El no comer grasa animal propicia a nuestro metabolismo la necesidad de una fuerza interna para producir grasas, que genera luz interior y un mayor grado de percepción del YO.

Al consumir productos vegetales tenemos que activar las energías virginales de nuestro cuerpo astral, lo cual favorece una plena actividad al interior, actividad no utilizada cuando se consume habitualmente productos de origen animal, pues al consumir estos productos, no sólo tomamos la grasa y la carne del animal, sino también los efectos que el cuerpo astral ejerce dentro de los propios animales e incorporamos falsos cuerpos astrales que no nos pertenecen; es el mismo efecto que el alcohol, que suplanta a nuestro verdadero Yo, de hecho carnes y alcohol se llevan bien, y al consumirlos nos alejan sin piedad de nuestro auténtico Yo. No cabe duda que a lo largo de la historia dependiendo las épocas y las razas, el consumo de animal proporcionaban a los hombres cualidades que sólo los animales poseen, como un gran despliegue de fuerzas físicas brutas: invasiones, revoluciones, fundamentalismo, patriotismo…, o fuerzas mentales brutas que les hacían rígidos en sus ideas, sin comprender a los oponentes y concibiendo la existencia de manera estrecha y limitada; al contrario los pueblos que desarrollaban la interiorización y la vida contemplativa, su alimentación era mayoritariamente o exclusivamente a base de vegetales. Por tanto un consumo de alimentos animales despliega en el hombre una clara proyección hacia el exterior, se fundirá más con el pequeño mundo que le rodea, y tendrá más dificultad para percibir una visión más amplia .

Observando nuestra evolución desde que somos concebidos hasta la muerte, nos damos cuenta que la etapa de la concepción hasta el nacimiento nos alimentamos de sangre humana.

Justo nacer nos alimentamos de un derivado de la sangre que es la leche materna. Se podría decir que el embarazo continúa hasta el primer año que se puede dar por concluida la configuración del cuerpo, Total 9 + 12 meses = 21 meses. Durante esta época la alimentación es 100% animal. De ahí la existencia de enfermedades como el sarampión, auténticas vías depurativa, saliendo sarpullidos y manchas rojas debido a esta concentrada alimentación.

Según pasan los años se combina alimentación vegetal con algo de animal y a la par se va fortaleciendo nuestro interior hasta culminar con una alimentación 100% vegetal que nos prepare al viaje de regreso y nos ayude a desapegarnos de la materia.

Cabe resaltar que los atletas de carreras cortas, carreras de esfuerzo y velocidad son de alimentación animal y al contrario los atletas de carreras largas, de resistencia que consumen productos vegetales.

Si quisiéramos situar los diferentes alimentos a lo largo de nuestra vida comenzando por la concepción y finalizando en la defunción, bajo una visión de crecimiento espiritual, tendríamos:

Hasta el primer año de vida

• Sangre materna.

• Leche materna.

• Cereales integrales + leche materna + verduras cocidas + frutas cocidas.

Hasta los 42 años de vida disminuir el alimento animal ( carnes, huevos y lácteos ) lo más que se pueda y pocas frutas, preferentemente cocidas y siempre de la estación.

• Cereales integrales + legumbres + verduras cocidas y crudas + frutas + alimento animal.

• Cereales integrales + legumbres + verduras cocidas y crudas + frutas + pescado.

• Cereales integrales + legumbres + verduras cocidas y crudas + frutas + sal marina.

Desde los 42 años hasta la muerte del cuerpo físico, disminuir cantidad de alimento y de calidad 100% vegetal con frutas preferentemente cocidas y siempre de la estación

• Cereales integrales + legumbres + verduras cocidas y crudas + frutas.

Cereales integrales + verduras cocidas+ frutas. Disminuyendo bastante las legumbres.

• Cremas de cereales + verduras cocidas

Por tanto si quisiéramos superar la frase feuerbachiana de que el hombre es lo que come, no nos queda otro remedio que fortalecer nuestros resortes internos que nos permitirán ser independientes, libres y alejarnos de ser manifestación de lo que comemos, y conseguir bajo el amparo de la verdadera libertad llegar a integrar lo que en realidad hemos venido a aprender por esta andadura terrenal.

Acerca del autor
  • Casa Taller Saluz

    En Casa-Taller Saluz, Javier y Noáh nos presentan su proyecto, basado en el desarrollo de disciplinas que desvelen la luz del ser, desde el primer eslabón de la necesidad humana: la alimentación.