¿Te sientes en medio de un noviazgo violento?
Cuando uno de los miembros, regularmente el hombre usa el abuso físico, emocional, o sexual para ganar poder y mantener control sobre la otra persona, estamos ante un caso de violencia.
¿Por qué somos violentos?
Desde la niñez, se fomenta esta conducta de diversas maneras. La sociedad, los medios de comunicación, los juegos de video, entre otros, son algunos de los factores que influyen en el individuo para ser violento. Incluso desde antes de nacer se favorecen ciertos comportamientos que, a la larga, estimulan la violencia. Desde que la pareja sabe que espera a una niña por ejemplo, ya piensa en ella como una persona con un rol pasivo, por lo que deberá ser tranquila y bonita; en cambio si se va a tener un hijo varón, se espera que sea activo, impositivo y fuerte.
No existe ser humano que no sea violento en algún grado, ya que así nos enseñaron desde la infancia mamá, papá o ambos. No sólo nos tratan amorosamente, sino que también nos reprendieron, nos gritaron y en algunos casos nos pegaron.
Cuando crecemos reproducimos lo vivido de relaciones posteriores. Si un pequeño experimentó violencia física en su hogar, cuando no obtenga lo que quiere ejercerá este tipo de conducta porque pensará que es la única solución a los problemas.
Clasificación de tipos de violencia por acción.
Hay dos tipos de violencia, activa y pasiva. La de tipo pasivo puede consistir en ignorar, dejar de hacer o decir algo con la finalidad de lastimar, no reconocer lo positivo en el otro. En la activa se ejerce la fuerza física y es constante. Es importante afirmar que se pueden ejercer ambas de manera alternada.
Las conductas violentas pasivas no son percibidas como tales ni por los agresores, pues generalmente se confunden o disfrazan con la apariencia de amor e interés por la pareja. A partir de los 15 años y hasta antes del matrimonio, los adolescentes y jóvenes comienzan a aprender y ensayar nuevas formas de comportamiento.
- Si el adolescente cierra el círculo de las amistades, del otro para obligarlo, poco a poco y a veces, inadvertidamente a que nada más este con él o ella, provocará que la víctima se aísle de una red de apoyo.
- “Si tú me quisieras, me darías la prueba de amor. Si el rol de la mujer es ceder y satisfacer al otro, y además no tiene una red de apoyo, se someterá a esta relación.
- El chantaje: “si tú me dejas, yo me muero”
- Amenaza: “Si no haces lo que yo te digo, te va a ir muy mal”
- Ejercer la violencia física como tal. En este caso, las chicas o chicos creen que la pareja es lo último que tienen, por lo tanto se someten.
- Así nace la violencia en el noviazgo. Si se permite, del reclamo se pasa al insulto, y después a los golpes; de los golpes al sometimiento y de éste a la violencia sexual.De esta manera, podemos observar que la violencia en el noviazgo puede ser física, verbal, psicoemocional, económica y sexual.
Las consecuencias en la persona, agredida son depresión, baja autoestima, aislamiento, fracaso escolar y bajo rendimiento laboral. Sin embargo, es tan cotidiano esta violencia que no es fácil de detectar su detectar su trascendencia social, y es esta invisibilidad uno de los factores que desencadenan la violencia intrafamiliar.
Detectar a tiempo
Los adolescentes se pueden dar cuenta si realmente gozan o padecen de su relación con ciertas preguntas:
- Cuando estoy con mi pareja ¿soy generalmente genuino, o tengo que fingir para que él o ella no se moleste?
- ¿Disfruto de la relación la padezco?
- ¿Te sientes aislado o alejado de tu familia y amigos?
- ¿Tu pareja respeta tus opiniones y concepciones sexuales?
- ¿Esta persona te ha empujado, pegado, atrapado contra el suelo o la cama, pellizcado o incluso pateado?
Si las respuestas a alguna de estas preguntas fueron “sí” o de contexto negativo, es probable que tu pareja en efecto esté siendo violenta contigo.
Como debe ser una relación
Si no sabes, como debería ser entonces un noviazgo, es importante que consideres las siguientes características.
- Para resolver conflictos y llegar a acuerdos debe haber negociación.
- Es importante dar y recibir de manera igualatoria o parecida.
- Él y la adolescente deben ser ellos mismos, sin tener que cambiar o fingir ante el otro.
- La relación de pareja debe disfrutarse y los miembros hablar abiertamente sobre lo que no los hace sentir bien.
- En la adolescencia las relaciones tienen como finalidad el aprendizaje, se debe aprender a dar y recibir, a pedir y tomar las cosas. De esta manera se puede establecer lo que el adolescente quiere para su vida futura y si exige con violencia o negocia.
- La frase que dice: “la vida es corta pero muy ancha” nos explica que se pasa por la adolescencia solo una vez, y la manera de vivirla, es nuestra decisión.
- Es importante que los adolescentes reconozcan que viven y generan violencia y que para combatirla, es necesaria una reducación, reconstruir un contexto social y cultural. Si en casa sufrieron de violencia, fue un error y es un esquema que no debemos reproducir.
En algunos casos, o en la mayoría, se puede requerir de la intervención de un experto psicólogo, que pueda hacernos ver más allá de la violencia y cambiar nuestra forma de relacionarnos con nuestra pareja.