Publicado: 29/04/2007 - Actualizado: 06/06/2016
Autor: K. Laura Garcés G
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¿Que es el corazón?
Un órgano incansable que día y noche bombea sangre, líquido imprescindible para nutrir cada una de las células del cuerpo. Este poderoso e incondicional amigo se encuentra situado en el interior del tórax, entre ambos pulmones, y está formado por un músculo hueco llamado miocardio. El corazón está controlado por el sistema nervioso y es el centro primordial dónde se perciben y absorben energías de todo tipo, emociones, sensaciones y reacciones que día a día vivimos.
Su intención primordial
A pesar de ser un órgano fuerte y resistente, es un órgano sumamente sensible que reacciona a nuestro modo de sentir, pensar y actuar de una forma detallada y profunda. Así como las plantas buscan la luz del sol, la intención natural del corazón es la vida, o el vivir. El vivir, en el sentido amplio de la palabra, se asocia con el gozo, con el disfrutar y aprovechar las ventajas y posibilidades, con el arte de saber utilizar la realidad como una herramienta placentera que conduce y retroalimenta nuestra existencia hacia una forma determinada. Sin embargo, cuando se rompe este equilibrio (o esta inclinación natural), el corazón sufre una descompensación y un desequilibrio. Comienza un desorden en dónde todo el cuerpo se ve afectado.
Su relación con las emociones y las enfermedades
El corazón es el centro del amor, aquí es dónde reside la fuente de nuestra confianza y poder. El corazón es un centro sensible que responde ante los mensajes que enviamos nosotros mismos ya sea por medio del pensamiento, la actitud, la imaginación, las mismas palabras. Cuando estamos de buen humor y gozamos con lo que hacemos, el corazón no sólo bombea con fuerza y vigor la sangre, sino que además ésta circula fluidamente, llena de una energía animosa y alegre, cargada de intención de aportar vida y salud. Cuando, por el contrario, nos privamos de llevar una vida carente de profunda satisfacción y gozo, o tenemos pensamientos o creencias que cierran el paso al amor y la aceptación, o nuestras palabras ayudan a crear estados de ánimo limitados y constantemente destructivos, el corazón lo resiente inmediatamente y comienza a “cerrarse”, “endurecerse”, “debilitarse”, comienza a doler.
Los padecimientos del corazón y la sangre son consecuencias de una vida llena de todo tipo de descuidos, desde los alimenticios, que representan un bajo amor a uno mismo, hasta los emocionales. Un corazón decaído nos habla principalmente de una falta de confianza, de haber insistido en buscar posición, dinero o algún bien material, dejando a un lado lo que realmente amamos y nos hace sentir alegres. Un corazón desconfiado esta sobre todo falto de entusiasmo, y cuando hay ausencia de un verdadero y profundo placer por vivir la sangre circula lento, nos ponemos anémicos, desganados, depresivos. Faltos de energía y motivación. Nos entumimos.
Los problemas cardiacos provienen además de una fuerte exigencia para con nosotros mismos, un sentido de ser perfectos, quizás porque en el fondo tememos no ser aceptados o amados si no conseguimos lo que anhelamos. Existen bloqueos energéticos provenientes del corazón que se pueden extender hasta los ojos u oídos, un miedo a no ver o escuchar lo que se debería de ver y escuchar, quizás porque esto implica el tener que dejar pasar cosas que no sabemos como resolver o cambiar, y el sentirnos incapaces nos hace detener cambios que realmente podrían ser favorables.
¿Qué hacer con el miedo y la resistencia?
La incertidumbre, la ansiedad, la inflexibilidad, la crueldad, la frialdad y la desconfianza están enraizadas en el miedo. Nos resistimos y somos inflexibles cuando no confiamos. Existen muchas formas de cerrarnos al flujo del amor: cuando no encontramos la forma de confiar en que podemos ser felices sea cual sea nuestra circunstancia actual, y dependemos y condicionamos una serie de circunstancias para ser felices: “Cuando tenga, sea, este, etc. … entonces estaré en paz y feliz”. Esta idea nos limita a disfrutar “el camino” y hace que la vida parezca una circunstancia dónde hay que pasar lo más rápido posible para llegar a algún lado, ignorando la infinita riqueza que posee este preciso momento, por ejemplo, este en el que usted lee y nada más debiera importarle que disfrutar del momento. Muchas veces somos infelices también porque hemos aceptado la idea de que la realidad es más poderosa que nosotros, que hay un destino a una fuerza externa que influye de una forma caprichosa y agresiva sobre nuestra vida, y la cual no podemos controlar. Esto significa que hemos determinado que el poder de solucionar y crear la vida a nuestro gusto no está en nuestras manos, desconfiamos de nosotros mismos, por lo tanto, asumimos y permitimos circunstancias que nos hacen sentir infelices simplemente porque pensamos que “eso nos tocó” y no creemos en la elaboración interna ni externa de nuestra felicidad. Por otro lado, el miedo y la desconfianza son muchas veces alimentados a causa de tener nuestra atención enfocada constantemente en situaciones agresivas, en ideas e imágenes que amenazan lo que somos, películas, periódicos, noticias, etc, que atraen imágenes poco placenteras a nuestra cabeza y estados de ánimo. Nosotros tenemos la capacidad de elegir con que tipo de imágenes y energía queremos cargar nuestra vida. Si nuestra atención está enfocada en cosas desagradables es muy probable que experiencias muy similares a lo que atendemos estemos generando. Hay que recordar que la atención es poderosa, no significa que no prestemos atención a los asuntos desagradables en la realidad, significa que tenemos, a cada instante, que nutrirnos saludablemente con imágenes, sonidos, conceptos y palabras que nos inclinen a la vida y el entusiasmo. Y, por último, otro de los miedos con el que tenemos que confrontarnos muy a menudo, es el de no ser lo suficientemente buenos, inteligentes, fuertes, aceptados, hábiles, etc, para poder enfrentar, controlar y resolver de la forma más apropiada alguna situación. Creer en nosotros es una labor de todos los días. Cada situación es un desafío para que accionemos nuestras habilidades creativas y nuestro pensamiento inteligente. Debemos recordar que ninguna situación que se nos presente puede “rompernos” ni “hundirnos”, sino que los desafíos van de acuerdo a nuestra capacidad de “estirarnos”. Así, debemos confiar en nuestras habilidades, e intentar aventurarnos en cada desafío que se nos presente recordando que la única intención de las dificultades es que obtengamos conocimiento y una conciencia mayor del funcionamiento de la vida.
Consejos y alimentos para el corazón
Nuestros estados emocionales son muchas veces reflejados en nuestros hábitos alimenticios. Si observamos, cuando somos infelices o estamos ansiosos o enojados, por lo general nuestro organismo nos inclina a comer de una forma excesiva, nula, o de una forma poco nutritiva. A continuación te doy algunos consejos para alimentar tu corazón, y recuerda que, aunque estés triste o desolado, debes tener la voluntad de comer cosas que te nutran y crear buenos hábitos. De esta forma estás generando una energía realmente positiva no solo en tu cuerpo si no en tus estados de ánimo.
• En las mañanas, antes de comer cualquier cosa, respira hondamente y, sin prisas, imagina que tu día estará lleno de cosas que te gustan.
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• Por las noches, no te duermas cargado de nerviosismo. Toma unos minutos, respira hondamente e imagina que todo lo que viviste en el día se aleja de ti, y que solo te quedas rodeada del silencio de tu respiración. Hazlo hasta que tu respiración sea el único foco de tu atención.
• Evita el dormirte con la tele prendida, sobre todo en noticias. Procura leer cosas que estimulen tu confianza y que te aporten conocimiento de ti mismo.
• Cada vez que te sorprendas ansioso, desolado o de mal humor, toma unos momentos para ti mismo o guarda tu aflicción y déjala para cuando puedas tomarte un tiempo para ti. Trata, entonces, de reflexionar que es lo que en realidad tú quisieras hacer con tu vida, y busca dentro de ti las formas de proveerte tu felicidad.
• Evita desahogarte frecuentemente de tus malestares con aquellos que te rodean. Hay un refrán que canta que ni mil personas podrán hacer feliz a un ser humano si este no quiere. Debes recordar que tu felicidad depende de ti, y debes a prender a contactar aquello hacía donde tu corazón te inclina y confiar en las experiencias que este te propone.
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• Haz un mínimo de 15 minutos al día de cualquier ejercicio. El corazón realmente goza cuando se estimula y fortalece con el movimiento. Caminar (descalzos) en el pasto, la arena o nadar son realmente deliciosos para la circulación y el corazón.
Alimentos
• Evita el consumo de grasas animales y procura comer carne animal lo menos posible. Recuerda que puedes obtener proteína de muchos vegetales, del queso y la soya.
• Prepárate ensaladas dónde combines distintos vegetales cada día.
• Consume algas y fíjate que tu dieta contenga suficientes minerales.
• A continuación te doy una bebida que es exquisita para el corazón y la sangre:
JUGO VERDE
• Licua un puño de perejil, y alfalfa (o germinado de alfalfa) en una taza de jugo de piña endulzado con alguna melaza o miel de abeja. Bébelo por las mañanas, intercambiando el jugo de piña por jugo de naranja, de fresas o de guayabas. Puedes agregar de vez en cuando una cucharada de avena, un chorrito de clorofila, un poco de salvado de trigo o sustituir el perejil por apio o espinaca. Bébelo despacio, disfruta el sabor del jugo y piensa el gran beneficio que este tiene en tu organismo.
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