Publicado: 28/04/2006 - Actualizado: 14/08/2019
Autor: Miriam Reyes
En una reunión mantenida en Londres en enero del 2000 y en la que han intervenido más de cincuenta médicos y expertos en nutrición de Europa y Estados Unidos se ha llegado a la conclusión que la dieta mediterránea tradicional tiene efectos saludables sobre las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes mellitus. El término "Dieta Mediterránea" abarca las pautas alimentarias típicas de determinadas regiones del mediterráneo a principios de los años 60. Se caracteriza tradicionalmente por su abundancia de frutas y verduras, cereales, pasta, legumbres y frutos secos; aceite de oliva como principal fuente de grasa; consumo de pescado, pequeñas o moderadas cantidades de aves, carnes y productos lácteos, huevos y vino. La dieta mediterránea es pobre en ácidos grasos saturados y presenta un elevado contenido en ácidos grasos monoinsaturados, principalmente derivados del aceite de oliva.
La dieta mediterránea representa una tradición de siglos que contribuye a lograr un estado excelente de salud, un sentido del placer y de bienestar y representa una parte esencial de la herencia cultural colectiva.
Para las gentes mediterráneas, esta pauta de alimentación representa una dieta tradicional que puede mantenerse fácilmente y se adapta al estilo de vida moderno.
Para los norteamericanos y europeos del Norte y Este, y otros pueblos que deseen mejorar su dieta, la dieta mediterránea representa una pauta atractiva por su famosa palatabilidad, así como por sus beneficios para la salud, pudiéndose adoptar enteramente, o bien, adaptarla a sus recursos y estilo de vida.
Cómo contribuyen los elementos de la dieta mediterránea a mejorar la salud
• Enfermedad cardiovascular: produce una mejora del perfil lipídico (disminuyen el colesterol-LDL y los triglicéridos, aumentando o manteniendo los niveles de colesterol-HDL); reduce la oxidación de los lípidos, disminuye el riesgo de aterotrombosis, y mejora la función endotelial y la resistencia a la insulina.
• Diabetes: las dietas ricas en carbohidratos complejos (basadas en el consumo de cereales, verduras y frutas) y con aceite de oliva mejoran los niveles de glucosa, la resistencia a la insulina y el perfil lipídico.
• Obesidad: la dieta mediterránea, a pesar de no ser una dieta pobre en grasas, contribuye a la prevención y tratamiento de la obesidad, debido a su gran variedad y palatabilidad, siempre que se controle el aporte calórico. La Obesidad es principalmente un trastorno del equilibrio energético. La actividad física regular ayuda a mantener su peso ideal.
• Cáncer de colon: su incidencia disminuye con el consumo de aceite de oliva y de grasas derivadas del pescado (omega-3), antioxidantes y fitoesteroles.
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• Cáncer de mama: su incidencia disminuye con el consumo de grasas monoinsaturadas y aceite de oliva.
• Antioxidantes: la dieta mediterránea contiene cantidad suficiente y de forma equilibrada de antioxidantes (vitaminas E y C, carotenoides y diversos polifenoles, que se encuentran presentes en las verduras, frutas, frutos secos, granos enteros, legumbres, aceite de oliva virgen y vino). Los antioxidantes pueden tener un papel importante en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y en los fenómenos relacionados con el envejecimiento.
• Alcohol: el consumo moderado de alcohol puede tener efectos beneficiosos en la enfermedad cardiovascular. Las recomendaciones generales a la población sobre el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica, deben siempre tener también en cuenta los efectos nocivos sobre la salud que conlleva el consumo excesivo o irresponsable del mismo. El abuso del alcohol aumenta el riesgo de numerosos tipos de cáncer, especialmente, los que afectan a las vías respiratorias y digestivas, y muchos estudios han podido demostrar que también causa un ligero aumento del riesgo de cáncer de mama. El consumo de alcohol no se recomienda en individuos con antecedentes de alcoholismo, con trastornos hepáticos, en las hiperlipemia que cursan con aumento en los triglicéridos y en otros procesos clínicos. Tampoco se debe recomendar en aquellas personas que han decidido no consumirlo.
Fuente: Fundación hipercolesteremia familiar
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