Drogas y adicciones en los jóvenes: cómo ayudar a combatirlas y prevenirlas
Las adicciones son una alternativa a la que recurren los jóvenes cuando no pueden o no saben cómo manejar los problemas o situaciones que sienten les acosan, y que parecen cada vez ser más graves. La salida más común para un problema que no encuentra como resolverse es la evasión. Y las drogas, el alcohol, comer en exceso, etc. son adicciones que pueden son un medio fácil para escaparse de lo que les provoca dolor, inseguridad, temor, etc.
¿Qué son las adicciones?
Son muletillas o refugios que dan placer, libertad, seguridad y fuerza momentánea, pero cuando pasa el efecto, hay una fuerte recaída, y el jóven suele sentirse peor de lo que se sentía. Esto provoca una necesidad de ellas, sin contar con que muchas adicciones como las drogas y el alcohol, en el nivel biológico, crean reacciones que acentúan su necesidad de consumo.
¿Por qué los jóvenes se vuelven adictos a algo?
Aunque parezca difícil de creer, no es que un joven elija ser adicto, sino que las circunstancias lo llevan la mayor parte de las veces a buscar estimulantes externos porque son un soporte o muletilla para no caerse en la confusión o el dolor emocional que pueden sentir. Los jóvenes buscan estos refugios o escapes porque en el fondo no saben que hacer con lo que sienten y viven. Algunos ejemplos que provocan que los jóvenes lleguen a esta salida son: rechazo constante, juicios hacia lo que es y siente el joven, castigo y critica constante, reproches, abandono emocional, falta de apoyo o guía emocional, no ponerle límites de pequeño (lo que crea mucha inseguridad), padres exigentes y perfeccionistas, abuso moral o físico, falta de un ambiente de seguridad y dignidad.
Dependencias, crisis y cultura emocional
Las crisis que suelen padecer muchos jóvenes se deben en gran parte a que la educación ha descuidado en la mayor parte de las escuelas la cultura emocional. La mayoría de los padres de familia y maestros arrastran este rezago, no comprenden lo que sienten, la cultura nos enseña a negar y disfrazar lo que sentimos, a tratar de ser lo que no somos, a compararnos, a estar en competencia, a crear posturas falsas, a dar órdenes, a juzgar, etc. Se carece de una comprensión profunda acerca del mundo emocional, se tiene un pobre entendimiento de cómo manejar el estrés, el miedo, el enojo, etc. Y como no se sabe que hacer con esto entonces lo callamos, lo frustramos, lo evadimos, y pasamos estas inseguridades y carencias a los hijos y alumnos, los cuales más tarde se sentirán igualmente inseguros y poco hábiles para manejar la cantidad de información y experiencias que en la vida actual suceden con tanta rapidez, no dando ni siquiera el tiempo de poder ser platicado ni valorado en casa. Así que es mucho lo que hay por digerir en estos tiempos, y muy poco el tiempo y la cultura para hacerlo. Muchos padres tiene prisas todo el día, algunos llegan llenos de estrés y de problemas, no están en condiciones de escuchar a sus hijos.
Los maestros, por otro lado, tienen que atender a muchos niños en el aula, el tiempo para que un niño participe en el salón de clases es muy poco, os maestros salen de prisa para llegar a otro salón o irse a descansar, el diálogo se ausenta cada vez más. Por otro lado, gran parte de internet sólo bombea información que muchas veces no es apta para jóvenes y menos para los niños, hay noticias (muchas veces muy violentas), páginas que bombean una perspectiva del sexo y el amor muy pobre, cierto que hay páginas que son en verdad de calidad, pero a esta edad los jóvenes todavía no distinguen muy bien que es eso de “calidad” ellos buscan lo más fácil y lo que les represente menos conflicto o molestia, y lo que les de un placer lo más rápido posible. Y la televisión, por otro lado, se la pasa vendiendo cosas y acentuando comportamientos de consumo para ser aceptado, al igual que internet, muchos programas son en verdad de muy bajo valor cultural. ¿Dónde entonces queremos que los niños y jóvenes se refugien?
Tipos de dependencias
Hay diversos tipos de dependencias, las más comunes son la dependencia a drogas, alcohol, comida, etc. Sin embargo, muchos de los jóvenes también son dependientes a otras cosas, como los videojuegos, internet, el juego, el ruido (subir el volumen a la música), el gimnasio, verse bien, etc. Este tipo de dependencias que parecieran más inofensivas no deben descuidarse, pues son llamadas de atención de los jóvenes, una forma de escaparse de lo que sienten no pueden controlar.
Adicciones y familia
Cuando existe un adicto en casa, la familia puede sentirse y reaccionar de distintas formas. Pero lo más aconsejable cuando un joven es adicto a algo es evitar el rechazo ,los golpes, el maltrato o el desprecio, pues debe hacerse consciencia de que el joven no comprende su mundo interior, y que ha recurrido a un soporte extra porque no lo siente ni en casa ni con nadie, con los amigos puede compartir su adicción o momentos de placer, pero por lo general un adicto suele relacionarse con personas que tampoco saben que hacer con lo que sienten, de manera que no pueden apoyarse uno al otro, sino nada más acompañarse.
La desesperación suele en muchas ocasiones atrapar a los familiares. Sin embargo, este puede ser un momento que sirva a toda la familia (y no sólo al adicto) para reconsiderar muchas cosas. Se sugiere buscar ayuda profesional cuando el caso se ha agravado, sin embargo, hay mucho que se puede hacer en casa para ayudar a un adicto a salir de su dependencia.
La familia puede empezar por fortalecerse emocionalmente, pues una barca bien construida puede llevar a una persona a donde sea. No podremos hacer mucho si nos sentimos frágiles, desesperados, ansiosos o nerviosos, esto sólo agravará las cosas y el joven sentirá que los que le rodean no son algo donde el pueda confiar o pisar firme. Así que lo mejor es empezar, como padre, familiar, amigo o persona interesada en ayudarle, por fortalecerse uno.
Se recomienda leer libros que ayuden a comprender la situación desde nuevas perspectivas, como el libro de Louise L. Hay, titulado Tu puedes sanar tu vida. Se puede, además, invitar al joven a tomar alguna sesión con un terapeuta bioenergético, o con alguna persona que le ayude a solucionar su dolor emocional.
Para finalizar, cabe mencionar que mucho se insiste en que se diga no a las drogas, pero no se ataca el verdadero problema que le hace a uno recurrir a estos escapes. Para formar jóvenes seguros y fuertes, es necesario que ellos encuentren esto dentro de si, porque sino, se buscaran a lo largo de la vida formas fáciles para distraer las emociones que no aprendan a comprender.