La Alegría crea Belleza
Observa tus problemas y tu llanto, observa la forma en como le enseñas a alguien a hacer algo que no sabe, observa tu ira y las objeciones que le encuentras a la vida y al mundo. Observa tu economía, tus deudas, tu humor… Observa tu risa, tu alegría auténtica ¿Dónde está?
La risa no sólo es la mejor arma para combatir la tensión, para liberar emociones, mantener sano el sistema nervioso y ejercitar un sinnúmero de músculos faciales, sino que hasta los hombres más sabios saben el poder que la risa actúa no sólo a nivel emocional y espiritual, sino que es un estado que refleja una belleza superior en el cuerpo. Una frecuente hilaridad en el ser humano crea belleza no sólo en él, sino a su alrededor. El que la risa brote de repente, el encontrarle el sentido del humor a la vida, no es algo que uno planeé o formule con anticipación. La risa es una reacción espontánea del cuerpo, es el resultado de una forma de ver la vida, es la conclusión de la sencillez, del juego y la espontaneidad que se logre adquirir para vivir la vida.
La alegría y la Ley del menor esfuerzo
La alegría es evidente, a ella estamos conectados constantemente. Más habría que aclarar a que alegría nos referimos cuando hablamos de alegría. No a esa alegría superficial dónde se esconde el dolor y los pesares de la vida en placeres pasajeros cómo el alcohol, el tabaco, el ruido, la broma superficial, etcétera. La alegría a la que aquí nos referimos y a la que estamos constantemente conectados es una emoción de creatividad e inspiración, es una energía llena de vitalidad y curiosidad, de espontaneidad. Esta es una energía a la que ya estamos conectados. No necesitamos buscarla. Más esta emoción enérgica y llena de gozo puede ser bloqueada o disminuir su flujo en nuestras vidas debido a la resistencia que tenemos de fluir de un modo más sencillo y espontaneo en la vida. En la naturaleza hay una ley que, si observamos, es evidente: la naturaleza practica a cada momento la ley de la practicidad, la ley del menor esfuerzo. Todo actúa bajo está ley, menos el ser humano.
Fluir con la ley del menor esfuerzo
En el momento en que no se fluye con esta ley, entonces se crea lo que se llama una resistencia. Resistirse es no darse el permiso de moverse de la forma más sencilla y ligera en las circunstancias de la vida diaria. Esta resistencia no sólo bloquea la espontaneidad y el gozo más profundo del ser humano, sino que es la causante de que nuestros músculos, aunque no lo notemos, se tensen, y que estemos bajo una constante ansiedad y rechazo de lo que la vida es. A la larga, y si se insiste en una actitud inflexible, esta resistencia comienza a debilitar los órganos, el sistema nervioso e inmunológico, a causar desequilibrios en todo el organismo. Y entonces, más tarde, esto se comienza a reflejar en nuestro estado no sólo de salud, sino de belleza, porque el cabello se pondrá frágil, la piel comenzará a protestar esta constante tensión o ansiedad de muchas formas, los ojos reflejarán tensión, nerviosismo.
Confianza
En la medida es fácil notar cuando este flujo natural se bloquea, porque todo comienza a complicarse de alguna u otra forma cada vez más, y lo que comenzó como un pequeño problema, de pronto ya se convirtió en una gran empresa. Nuestras creencias acerca de cómo vivir la vida, las actitudes aprendidas, la forma en como traducimos la vida, son las que contaminan o bloquean nuestra receptividad a esta energía de gozo. Estamos acostumbrados a reaccionar de ciertas formas, y cuando no nos damos la oportunidad de reaccionar de nuevas formas, entonces la resistencia se hace mayor, la creencia y la actitud se “endurecen” y el problema no puede disolverse sino que parece aumentar. En realidad, el punto clave para ser un canal limpio, es la confianza. Todo el problema de los problemas está en no confiar en la habilidad que la naturaleza misma tiene para llevarnos hacía comprensiones mayores. Un problema es, en realidad, un empuje para llevarnos a un entendimiento mayor de algo. En el momento que nos resistimos a la valoración, a la reflexión y a un nuevo movimiento o consideración, el mensaje del problema no puede darse, y entonces este necesita empeorar para empujarnos con más fuerza. Por lo mismo, habría que comenzar a practicar esta confianza, a no querer siempre resolver todo de una forma y a aquietarse y reflexionar en lo que la situación nos quiere decir. El mero acto de contemplar nuestra vida nos lleva a consideraciones y movimientos más fluidos y satisfactorios.
Esperar la alegría y el gozo profundo con el ceño fruncido o con impaciencia no servirá de mucho. La risa y la alegría fluyen poderosamente a través del hombre sencillo, aquel que tiene una actitud receptiva y reflexiva, ligera y creativa.