La importancia de tener un buen aceite en nuestras cocinas
Tres son los principales macronutrientes que ingerimos a diario con nuestras comidas, y como breve repaso de nuestras clases de biología y ciencias naturales, los macronutrientes son los elementos que se encuentran más comúnmente en todos los alimentos que consumimos y no sólo son los más comunes sino que también son los que necesitamos en mayores cantidades para mantenernos con vida, ya que son nuestros principales constituyentes y no es raro que a la vez se encuentren en todas nuestras comidas, ya que éstas por lo general también son otros seres vivos como nosotros, así que el dicho que dice que somos lo que comemos es más real de lo que a veces nos gustaría pensar.
Y esos macronutrientes principales son las grasas o lípidos, los carbohidratos y las proteínas, los tres de alguna u otra formas serán servidos a lo largo del día sin que podamos evitarlos, por lo tanto es importante aprender a conocerlos, y de éstos en el que en éste artículo nos enfocaremos es en las grasas, donde se encuentran todos los aceites que empleamos en la cocina, pues cuando oímos la palabra “grasa” por la cultura en que vivimos la asociamos con obesidad y algunas otras cosas que consideramos como malas.
Sin embargo hace unas décadas los índices de obesidad mundiales eran menores que los que hoy en día encontramos y no existían los alimentos light o reducidos en grasas, mientras tanto hoy en día en el auge de éstos alimentos reducidos en grasa tenemos los índices más altos que la humanidad haya alcanzado, y es que la clave de bajar en peso no está en sacar las grasas de nuestra dieta, sino en el tener una dieta ordenada que sabe diferenciar entre el consumo de aquellas grasas cuyo exceso puede resultar perjudicial y aquellas que ayudan a nuestra salud.
En ocasiones por tratar de sacar las grasas de nuestra comida con el fin de no subir de peso, buenas o malas, olvidamos de incorporar aquellas que nos ayudan a mantener una buena salud, sobre todo de nuestro corazón y lo sustituimos con otros alimentos como los panes y azúcares que proporcionan energía que se consume muy rápidamente y que por no incorporar las grasas puede terminar deteriorando tanto la salud de nuestro corazón como si nuestra dieta incorporara un exceso de grasas. El secreto de toda buena salud está en el balance.
Las grasas que nuestro organismo necesita y que son fáciles de procesar son las grasas insaturadas que podemos encontrar en algunos de los aceites más populares de cocina, hay dos tipos de grasas insaturadas que podemos encontrar en nuestros aceites, unas son las mono insaturadas, que son las que se encuentran en mayores proporciones en el aceite de oliva, aguacate, canola y maní y las otras son las poliinsaturadas que son más comunes en nuestros aceites de maíz, girasol y soya.
Sin embargo ninguna de ellas está libre del otro tipo de grasas que nos cuesta procesar y cuyos excesos pueden resultarnos caros, me refiero a las grasas saturadas. Por eso es importante buscar cuales aceites nos dan el mejor balance de ácidos grasos insaturados vs. saturados, a mayor cantidad de ácidos insaturados y menor cantidad de ácidos grasos saturados por porción, mejor es la calidad del aceite y viceversa, ejercicio que podemos practicar al leer las etiquetas de nuestros aceites cuando vamos al supermercado.
Y no se crea que todos los aceites vegetales son superiores a los aceites animales en éste aspecto, pues aceites como el del coco poseen una proporción más alta de ácidos grasos saturados y más bajos de insaturados (considerando ambos tipos) que la mantequilla.
Con lo anterior no se quiere decir que el aceite de coco no puede ser incluido en nuestra dieta de vez en cuando, pero si que no debe ser el aceite de cabecera para cuanta receta se nos atraviese. Recordando que las grasas saturadas deben ser las proporciones más bajas en nuestros aceites y alimentos, además de que como te puedes dar cuenta no pueden ser eliminadas por completo de nuestras dietas.
Por ejemplo un aceite como el de oliva puede tener un 74% de su contenido en grasas mono insaturadas, 8% en poliinsaturadas y sólo un 13% de saturadas, lo cual lo vuelve un excelente aceite de cocina y un aceite de maíz posee un 68% de grasas poliinsaturadas, 24% de mono insaturadas y el mismo porcentaje que el de oliva de saturadas, se puede ver ambos son buenos aceites de cocina, pero con propiedades distintas. Al final todo suma, las grasas saturadas de tu aceite de oliva se sumarán a las de tu jamón serrano o las de tu aceite de maíz a la ración de pollo que terminaste de freír.
Un balance en las grasas que consumes puede verse reflejado en un bajo nivel de tu presión sanguínea, mejores niveles de lípidos en nuestros cuerpos (la suavidad de tu piel la otorgan los lípidos) y reduciendo el riesgo de tener problemas cardiacos. Consulta las etiquetas de tus alimentos y recuerda consultar a un especialista si padeces algún problema que requiera algo más que una dieta ordinaria, aunque nunca está de más visitar a nuestro nutriólogo.