Biodegradación: qué es y cómo la podemos utilizar
Llamamos ‘biodegradable’ a todo lo que puede convertirse en una sustancia más simple e inofensiva para el medio ambiente. Se trata de un proceso natural por el que los microbios presentes en los objetos biodegradables actúan para disolver sus componentes. De alguna manera, se ‘alimentan’ de los productos biodegradables para luego devolverlos a la tierra. Al finalizar este proceso de ‘descomposición’, el material está listo para ser reciclado. Y si no lo es, al menos resulta menos contaminante.
Hay productos que se prestan más fácilmente a la biodegradación que otros. Todo depende de los elementos con los que estén hechos. También es importante la presencia del oxígeno, la luz y el agua, ya que los microorganismos actúan con ayuda de estos elementos. Los productos que más se resisten a la degradación son los metales pesados, los plaguicidas, los compuestos del petróleo, los residuos medicinales, entre otros. Estos materiales permanecen durante mucho tiempo como agentes contaminantes, destruyendo el medio ambiente y haciéndolo más tóxico. En cambio, los productos biodegradables pueden volver a ser utilizados, evitando gastos de industrialización y contaminación. ¿Cuáles son estos productos? El papel, los desechos orgánicos (restos de comida, heces, restos de poda, etc.), los cartones y cualquier producto que sea de origen animal o vegetal, o tenga una composición similar puede ser biodegradable. Mientras más natural sea la composición del producto, menos tiempo tardará en descomponerse.
Tiempo de biodegradación de algunos productos
Bolsas de plástico: de 12 a 20 años.
Papel: entre 2 y 5 meses.
Filtros de cigarrillos: de 1 a 12 años.
Aluminio: 100 años.
Algodón: 6 meses.
Desechos orgánicos: 3 semanas a 4 meses.
Vidrio: indeterminado.
El reciclaje: una forma de ayudar
Afortunadamente, cada vez es más larga la lista de elementos reciclables. El plástico, por ejemplo, es uno de los productos que mayor preocupación y polémica ha generado en los últimos años debido al tiempo de biodegradación, que puede llegar a ser bastante extenso, pero gracias a los aportes de la tecnología y la ciencia, podemos acelerar ese proceso.
Lo que tenemos que tener en cuenta a la hora de reciclar es la clasificación de nuestra basura. Lo más común es que se divida en las siguientes categorías: orgánica, metal, vidrio, papel y cartón, plástico, baterías y pilas, misceláneos. Esto puede variar según el área, pero es algo que sirve como idea general. Antes de tirar las cosas, trata de reducir su tamaño. Por ejemplo, aplastemos con el pie la botella de plástico antes de desecharla o la lata de metal. Esto facilitará el proceso de reciclado posterior. También tratemos de utilizar y reutilizar todo lo que podamos; extendamos hasta el máximo de sus posibilidades el uso de los envases, y, si podemos, compremos retornables. Por último, infórmate sobre las medidas que se toman en torno al reciclado de la basura en tu ciudad. Esto es especialmente importante en lo que se refiere a los desechos electrónicos, que generan mucha contaminación. Esto ocurre porque contienen elementos extremadamente tóxicos, como los metales pesados. Lo mismo ocurre con las pilas. Para reciclarlos, normalmente hay organismos especializados que tienen los conocimientos técnicos necesarios. Allí separarán las sustancias reciclables y encontrarán la manera de deshacerse de las más complicadas. Nuestra tareas consiste en hacer que esos desechos lleguen a buen destino en lugar de dejarlos en el basurero común.