Nacimiento y Navidad
Navidad significa nacimiento, y esta época, entre otras cosas, nos remite a encontrarle un nuevo sentido a la vida, a considerar valores que muy a menudo se pierden dentro de la rutina de la vida diaria, valores que son fundamentales en la realización plena de todo ser humano: la diversión y el juego, el amor y la aventura, el placer y la imaginación. ¿Cuántas veces se desaparecen estos aspectos esenciales de nuestras vidas?
Así pues, la navidad representa un momento para reconsiderar donde hemos olvidado al niño, al joven que hemos sido. Hay un niño y un joven dentro de nosotros, hay juego y aventura, curiosidad y atrevimiento, pasión y romance en nuestro corazón; si muere o se pierde alguno de estos aspectos en nosotros, entonces se muere un poco, y la vida se vuelve algo cada vez más maquillado o artificial, y no podremos sentirnos plenos hagamos lo que hagamos y tengamos lo que tengamos.
La vida exige cada vez más responsabilidades, y estas responsabilidades exigen muchas veces rutina, y la rutina, a su vez, pide una estructura fija, una estructura debajo de la cual queda rezagado ese niño interior que aun somos. Para cualquier niño o joven, una rutina fija y monótona representa algo fastidioso, un encierro aterrador del que buscara escapar a como de lugar.
¿Cuántas veces nos sentimos así, con ganas de alejarnos, de escapar y huir? Es importante considerar estas fechas no sólo como un momento de fiesta y desahogo pasajero, sino aprovechar estos momentos para recobrar ese niño y joven que hay dentro de uno, hacerlo nacer o traerlo de vuelta a nuestras vidas, no perderlo de vista, no dejar que deje de participar en ella, si no queremos perder la verdadera vida que hay en nuestros corazones.
El niño interior
Hacer nacer al niño o joven interior que llevamos dentro puede ser una idea un tanto confusa para el adulto. Muchas veces se cree que ser niño es ser alguien inmaduro y caprichoso, que dice y hace sin pensar las cosas y exige y pide sin más. Sin embargo, la idea que se pretende es muy distinta. Hacer nacer al niño dentro de un adulto significa que el adulto debe de crecer a la altura donde pueda hacerse responsable por su felicidad. Crecer es una idea que no gusta a muchos, porque, curiosamente, se entiende que crecer arrebata precisamente lo mejor de uno mismo: la libertad y la aventura, a cambio de la responsabilidad y el deber.
Pero hacer nacer al niño dentro de nosotros no esta peleado en ningún caso con la responsabilidad, se trata, precisamente, de empezar a ser responsables de nuestra felicidad, de empezar a tener los recursos para hacer nacer esos sueños que entusiasman y prenden de bida el corazón, sueños que son la única estrella que le da un sentido verdaderamente iluminado a la vida.
Hablar de sueños es lo mismo que hablar de felicidad. Si no tenemos algo en la vida que seguir, si perdemos de vista lo que pone a nuestros corazones a imaginar, a idealizar y a esperar emocionados nuevas aventuras y realizaciones, entonces estaremos enfocados en el pasado, buscaremos en él justificaciones para decir porque no somos felices, demandaremos el amor y el cariño, nos haremso dependientes a la felicidad que los otros nos puedan dar. Seguir algo que nos apasiona y volvernos responsables de lo que esto exige requiere el suficiente conocimiento para aprender a usar nuestros potenciales creativos. Si no comprendemos como podemos cear lo que queremos, entonces los sueños serán siempre estrellas lejanas, el presente un momento que nos afecta y nos lleva para donde quiere, el corazón no estrá puesto en la vida, porque nos sentiremos poco hábiles e inseguros para darle realización.
Hacer nacer nuestro niño interior equivale, pues, a la gran aventura de hacernos felices a partir de un sueño conectado con el entusiasmo del corazón. Muchas veces ese sueño tiene que ver con algo que deseamos profundamente y que sentimos es imposible o esta muy alejado de toda razón. Para que eso que anhelamos empiece a ser una posibilidad en nuestra vida, necesitamos recursos, el recurso de la compresnión y del conocimiento, herramientas fundamentales para e ayudarnos a madurar nuestros miedos y volvernos cada vez más atrevidos, seguros y fuertes para darle luz a lo que verdaderamente amamos. Si el conocimiento no sirve para hacerse feliz, no sirve de mucho, si acaso para sobrevivir.
¿Por qué es tan importante hacernos felices? Porque donde hay felicidad no cabe agresión ni violencia, ni carencia o limitación, y el mundo, con todos sus desagrados, se convierte en algo hermoso. Y cuando el mundo se convierte en algo hermoso, es entonces que se tiene la fuerza y la magia para poder empezar a transformar sus desagrados. Un corazón guardado y rezagado no puede volcar su potencia en la vida, ni transformarla.
La navidad es, pues, el momento que representa el nacimiento de nuestro niño- interior, el inicio de una felicidad más plena y grandiosa. Cierto que este nacimiento puede ocurrir en cualquier época del año, pero tomarlo en cuenta en estas fechas donde se cierran ciclos y se abren nuevos es importante, puede ser la pieza esencial que le de un giro completamente distinto a lo que pretendemos crear con nuestras vidas en los tiempos que vienen. Pedir aquellas experiencias que traigan el conocimiento necesario para comprender más lo que somos es un deseo que se debiese pedir sobre todos los demás, pues el conocimiento es la fuerza que va a hacer posible la realización de cualqueir cosa que queramos. Cuando quieras y pidas conocimiento en vez de querer o pedir cualqueir cosa en la vida, entonces realmente lo habrás ganado todo.